Casa Vila de Cruces es un pequeño local muy familiar situado en la conocida como "Milla de Oro" de Madrid. En el corazón del exclusivo barrio de Salamanca los hermanos Rubén y Julio Nistal Gallego junto a su madre Avelina trabajan desde hace dos años apostando por un nuevo concepto hostelero. Casa Vila de Cruces es el lugar para ir a tomar un vino albariño, pedir un trozo de empanada y saborearla mientras te sientes como si estuvieras en el municipio dezano que le presta su nombre.

-¿Cómo una familia de bercianos decide abrir en el centro de Madrid un local con el nombre del municipio de Vila de Cruces?

-En nuestra casa teníamos un padre de los que ahora llaman emprendedores, y que antes lo llamábamos simplemente buscarse la vida. Nos han educado de esa manera y tras el cierre de nuestra empresa de construcción conseguir que te contratase alguien iba a ser un poco complicado. Se nos ocurrieron siete proyectos diferentes, empezamos a estudiarles y de los siete lo primero que nos surgió real fue Casa de Vila de Cruces. Hoy en día vemos que tres de aquellos hubieran sido inviables, los otros no se descartan para el futuro, pero hablando con Carlos Vilar de la Panadería Altamira de Vila de Cruces nos dijo que tenía la ilusión de tener algo en Madrid. A nosotros nos gustó la idea, pero no teníamos experiencia ninguna en hostelería. Hablando con él se fueron puliendo cosas. Además, a nosotros siempre nos gustó comer bien, de calidad, y nuestros padres siempre nos llevaron de vacaciones a Galicia porque siendo del Bierzo te crías con la Televisión de Galicia y demás. Poco a poco fuimos dándole vueltas a la idea hasta que pensamos que podía ser viable siempre y cuando se ponga ilusión y trabajo, evidentemente.

-¿Por qué eligieron una zona tan exclusiva como el barrio de Salamanca de Madrid?

-Para nosotros cerrar la empresa de construcción fue una debacle porque nos dejaron a deber millones de euros y casi nos quedamos en la calle. Cuando tu vas a poner lo poco que te queda en un proyecto personal intentas minimizar riesgos. El pulpo no es un producto que se pueda estar comiendo todos los días, ni todas las semanas. Entonces, tienes que buscar un sitio en Madrid donde la gente pueda acceder a comer pulpo una vez a la semana o cada quince días sin mayor problema, y más cosas como la empanada, por ejemplo. Se trataba de ajustar mucho el precio pero ofreciendo calidad y cariño. Además, mi hermano y yo teníamos claro que también queríamos tener vida personal. Decidimos montar un local de hostelería para tener vida personal, algo que no es fácil.

-¿Qué ofrecen de tierras cruceñas a su distinguida clientela?

-Desde Vila de Cruces nos viene el producto básico para hacer la empanada porque nosotros no vendemos las empanadas, las hacemos aquí. También tenemos el pan hecho en Vila de Cruces y, por ejemplo, el lacón o los chorizos son de Lalín. El Ribeiro nos lo suministra una empresa de A Coruña. Tenemos un muy buen albariño es de una bodega pequeña que se llama 3T, que está ahora mismo cosechando bastantes premios. Nosotros intentamos tener todo de allí. No tenemos nada que no sea gallego.

-¿El vecino de la Milla de Oro sabe apreciar estos productos?

-Lo aprecia más que nadie. Están cansados de llegar a un supermercado y que les den gato por liebre. Ahora está de moda, por ejemplo, el pan masa madre cuando ese mismo pan en su ha visto masa madre. La gente que puede económicamente un poco más lo primero que busca es su propia salud. Prefiere comer un poquito menos quizá de cantidad pero que sea sano, y si encima le das un precio bueno, incluso para el barrio de Salamanca, mejor que mejor. Nosotros no tenemos un bar, nosotros tenemos un furancho a la madrileña.

-¿En qué consiste esa forma de entender la hostelería?

-No te puedes imaginar lo barrio de verdad que es el barrio de Salamanca. La gente está cansada de que cuando van a un sitio no les digan buenos días o buenas tardes. Cuando llegamos aquí nos llamó mucho la atención que a la gente le sorprendiera que le dieras los buenos días, por ejemplo. Y ya cuando los empiezas a conocer los llamas por su nombre, ellos te cuentan sus peripecias y tú tus batallitas. Además, entablas amistad con la gente porque la gente busca atención, y eso es lo que ofrece un furancho a la madrileña.

-¿Qué es lo que más les gusta de Casa Vila de Cruces?

-Sin duda alguna la empanada. Date cuenta de que la mayoría no ha conocido lo que es una auténtica empanada salvo que estuvieran en Galicia. También les gusta mucho un buen pulpo acompañado con patatas de Xinzo, un buen aceite y pimentón picante de La Vera. No se trata solamente de vender un buen producto, tienes que saber vestirlo con todo de calidad.

-¿Hay gallegos en el vecindario?

-Muchísimos. Aquí el que no es gallego veranea en Galicia. Tenemos un cliente gallego que viene con su mujer e hija, y nada más pisar el local se pone a hablar en gallego porque dice sentirse como en casa. Su mujer le recuerda que nunca habla en gallego con nadie y que nosotros tampoco somos de Galicia, pero a él le da lo mismo y se explaya delante de todos. La verdad es que local también es un lugar de paso para muchos vecinos que aprovechan para comprar.