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A pie de obra cuando el suelo tiembla en Ecuador

El vecino de A Estrada Julio García Cendón trabaja a 70 kilómetros del epicentro

Imagen del puente dañado que mató a un policía.

El mayor terremoto registrado en Ecuador en los últimos 40 años sorprendió a Julio César García Cendón a 70 kilómetros del epicentro del seísmo, radicado en la provincia de Manabí. En el momento en el que tuvo lugar el temblor -de 7,8 en la escala de 9 de Richter- se encontraba en la obra de construcción del que será el mayor hospital del país ecuatoriano por parte del Grupo Puentes -en consorcio con una empresa china- a las afueras de la ciudad de Guayaquil.

Aunque el terremoto y las tres grandes réplicas que se habían registrado hasta media tarde de ayer inquietaron a sus residentes -y, entre ellos a Julio García- lo cierto es, según relata este soutelano de nacimiento vecino de A Estrada, en la zona en la que se encuentra el terremoto no ha tenido unos efectos tan devastadores como en Manabí. A Julio García -que, debido a la "delincuencia bestial" que hay, estos días solo va de casa al trabajo y del trabajo a casa- le consta que ha habido algunos daños pero ni mucho menos del calado de los que estos días se muestran al mundo a través de periódicos e informativos televisivos.

Aunque inicialmente se asustó un poco, al salir indemne y ver los efectos del terremoto en otros puntos de Ecuador, lo primero que pensó fue que tenía que avisar a su familia para que estuviese tranquila. Lo intentó sin éxito. No había conexión a internet y tampoco luz. El terremoto tuvo lugar a las siete de la tarde de allí y, por tanto, a las dos de la madrugada de aquí. La diferencia horaria jugó a su favor. Cuando logró comunicarse con su mujer para tranquilizar a su familia -especialmente a su esposa, a sus tres hijos y a su madre- todavía no se habían enterado de lo ocurrido. A sus amigos también les tranquilizó con un mensaje emitido a través de Facebook. "Todos tranquilos. Después del brutal terremoto no hay novedades. Estoy perfectamente y listo para ir a trabajar", aseguraba.

Familia y amigos le dicen que "tenga cuidado". Sabiendo que están "sobre la falla tectónica del Pacífico, enfrente de las islas Galápagos", entiende que haya actividad sísmica. Pero confía en que no le ocurra nada malo. Reside en una urbanización buena, "supersegura", que le aisla de la inquietud que siembran en las calles algunos desalmados con intenciones aviesas. En ella se está refugiando estos días, sin ir a la playa, como le apetecería dado el intenso calor y el gran nivel de humedad. Cuando tiene que hacer alguna compra, prefiere ir acompañado, preferentemente por alguien de Guayaquil que sepa dónde se meten. Y es que Julio García llegó a la ciudad hace apenas un mes cuando decidió cambiar de vida. Tras 33 años de trabajo en la banca -en sucursales de Silleda, A Estrada, Lalín, Santiago, Cuntis y Alcañices (Zamora), donde se casó- había decidido dar un giro de 180 grados a su vida. Satisfecho de esa decisión "difícil pero rápida", valora poder dormir "cansado" y no "preocupado".

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