Sus ojos hablan por ella, sobre todo, cuando el tema de conversación son sus grandes pasiones: La danza y la interpretación. Reside en A Coruña pero aprovecha la mínima ocasión para mantener vivos los lazos con los suyos en Lalín, donde se encuentra algo desplazada después de tantos años residiendo lejos de su tierra natal. Viéndola mover los brazos uno se da cuenta de que lo suyo es la expresión corporal y el sentido del ritmo. Paku Granxa descansa estos días en Lalín tras estrenar con éxito O cabaré da muller paxaro, de Tirita Produccións, y compaginarlo con representaciones de microteatro en Santiago.

-¿Siempre ha sentido predilección por el musical? ¿Cómo se pasa de la filología inglesa al musical de cabaret?

-Sin duda. Llevo 18 años trabajando en teatro musical como actriz y bailarina. Creo que la pregunta debería ser ¿cómo se llega del teatro a la filología inglesa? porque en realidad mi vocación temprana siempre fue la de convertirme en actriz. Yo estaba en el aula de teatro de la universidad. Yo quería hacer arte dramático pero en ese momento sólo lo había en Madrid; era muy joven y tampoco lo suficientemente madura como para tomar la decisión de irme y entonces pensé que tampoco me disgustaba la filología, pero siempre tuve claro que no me iba a dedicar a la enseñanza. Nunca ejercí como profesora pero siempre practiqué porque viví en Japón.

-Sí, porque, usted ha viajado más que, como se decía antes, el baúl de la Piquer.

-Tenía, sobre todo, cierta inquietud vital por conocer otros sitios y, también, fui llevada en muchos casos por cuestiones de trabajo. Lo de Japón surgió cuando estaba viviendo en Andalucía, donde residí durante diez años, y entonces hicieron una serie de audiciones en Sevilla para un parque temático y me fui a vivir a un pueblo pequeño que se llama Ugata que está a unas dos horas de tren de Nagoya y de Osaka. Allí, en la empresa en la que trabajaba tenían muchos traductores de español y, al principio, era fácil adaptarse pero empecé a estudiar japonés porque me gustaba integrarme más allí. Conseguí un nivel intermedio de japonés para extranjeros. Me encantó la experiencia de vivir en un país como Japón, y eso que en un primer momento era una cultura que no me atraía demasiado pero ahora tengo que reconocer que echo mucho de menos la gastronomía y la gente. Hace tres años que marché de allí y todavía no pude volver, algo que me gustaría hacer pero de vacaciones.

-¿Estamos ante un renacimiento del cabaret como género de teatro musical?

-Yo pienso que sí, que en los tiempos de crisis siempre resurge el cabaret porque es un formato muy asequible tanto para el público como para la producción. En el cabaret siempre se ríe de las desgracias y de los que las causan. Entonces, es inevitable que ahora esté muy en boga y, de hecho, esta función nuestra de O cabaré da muller paxaro está muy ligada a la realidad.

-¿Cabaretera, cómica, actriz? ¿Cómo le gusta definirse?

-Yo me considero actriz, aunque reconozco que el término cómico es muy digno. La verdad es que estuve muchos años dedicándome a la danza como bailarina, ahora estoy más en mi faceta de actriz pero digamos que es todo un compendio y, por eso, me parece que la palabra cómico abarca mejor todo eso.

-Además del cabaret, ¿en qué otro formato audiovisual se siente cómoda trabajando?

-Me gusta tanto el teatro como lo audiovisual, aunque me siento más cómoda en el teatro porque tengo más experiencia. Como espectadora, desde pequeña, siempre fui más aficionada al cine que al teatro. Hace poco hice un episodio para Escoba la comedia de la Televisión de Galicia, que saldrá ahora en septiembre, y me gustó hacerlo pero, insisto, me siento mejor sobre el escenario de un teatro.