Los policías locales creen que esta crisis también ha servido para que los ciudadanos les miren de otro modo, no solo como funcionarios que imponen sanciones. Además del trabajo por controlar que se cumplan las normas de distancia social y reducir así el riesgo de repunte de la enfermedad, se han convertido en un puntal para muchos vecinos que necesitan saber lo que pueden hacer y lo que no en su municipio. Un ejemplo de ello es el de la policía de O Grove, que recibía tal alud de preguntas por teléfono que llegó a crear una página de Facebook para resolver las dudas de los vecinos.

Un funcionario de Cambados también recuerda el altísimo coste psicológico que la crisis ha tenido para los policías. "Dentro de cada uniforme hay una persona, que como cualquier otra tiene a su familia en casa y a padres o abuelos ya mayores". Afirma que muchos policías acarrean ya un importante cansancio emocional tras dos meses en primera línea.

Los agentes de Cambados cuentan que durante la pandemia falleció el padre de una compañera, "y fue duro no poder acompañarla", al permitirse solo tres personas en los entierros. "Lo que hicimos fue desplazar una patrulla al cruce de la entrada al cementerio para darle entrada a la comitiva fúnebre. Fue una forma de acompañarla en la distancia en esos momentos difíciles por la soledad que supuso".

Pero el trabajo no ha terminado para ellos. En cierto sentido, a partir de ahora tendrán más. Por eso, en las policías locales de O Salnés creen que urge la contratación de más guardias. "Hace falta más personal. Con los que estamos ahora no podremos controlarlo todo".