Los arousanos respetan las normas dictadas por la Xunta y el Estado. La inmensa mayoría cumple con la reclusión domiciliaria aconsejada para frenar la expansión del coronavirus COVID-19, de ahí que las diferentes villas presenten un aspecto totalmente desangelado.

Es evidente que todavía quedan algunos indisciplinados, como quienes en la tarde de ayer paseaban o circulaban con sus coches por el centro de Vilagarcía; de ahí que se establecieran controles de paso en lugares como As Carolinas por parte de la Policía Local, para proceder a la identificación de conductores.

Sucedía al mismo tiempo que la Policía Nacional identificaba a transeúntes que paseaban sin aparente motivo por el centro de la ciudad.

Perros y reparto

Con todo, los ciudadanos que pasebaan a sus perros, los que sacan la basura o los que salen a comprar el pan, el periódico o el tabaco eran prácticamente los únicos que podían verse en unas calles que, a pesar de ellos, seguían estando desérticas como medida de prevención contra el avance del coronavirus.

También algunos repartidores y personal de limpieza recorrieron a determinadas horas el centro de las distintas localidades.

Unos y otros se vieron, sobre todo, a primeras horas. A eso de las once empezó a llover y desde ese instante encontrar a alguien era ya francamente difícil.

A grandes rasgos, puede decirse que los arousanos están dando ejemplo en la lucha contra la pandemia. Lo hacen tanto los ciudadanos, quedándose en sus casas, como las administraciones públicas, dictando todo tipo de normas que ayudan a contener a los vecinos en las mismas.

El cierre de bares, restaurantes, comercios, playas, parques, jardines e incluso iglesias es solo un ejemplo. Y la prohibición de acceso al espacio natural de O Carreirón (A Illa) y los arenales de O Grove -como el de A Lanzada- puede considerarse una buena muestra de las medidas extremas adoptadas.

Medidas que parecen funcionar, pues la práctica totalidad de los locales de hostelería -que está siendo uno de los sectores más castigados- lleva a rajatabla las restricciones.

Incluso en O Grove, donde la situación parece estabilizarse después de que se produjeran importantes quejas por la presencia de turistas que desafiaban las normas más elementales y se paseaban en barco por la ría o se dejaban ver por calles, playas, restaurantes y supermercados tras haber "huido" de la cuarentena en sus ciudades.