Fabricio Fernández Aguín, que fue contable de la cofradía de pescadores de O Grove, y al que acusaron de haber cometido una estafa o malversación de fondos por valor de más de 500.000 euros, ha sido condenado a 18 meses de cárcel. Es decir, mucho menos de los once años que pedía inicialmente para él la acusación.

El jurado popular, en la vista celebrada el pasado mes de noviembre, lo encontró culpable. Aunque en el juicio quedó claro que se quedó con solo una parte del dinero, que no toda la responsabilidad fue suya y que empleó las cantidades defraudadas a la cofradía en el Casino La Toja, ya que también confesó ser ludópata.

Fueron esos testimonios atenuantes suficientes para rebajar la condena, al igual que el acuerdo alcanzado por las entidades bancarias que le entregaron dinero de la cofradía sin que pudieran hacerlo, de ahí las indemnizaciones que accedieron a pagar.

Lo que hace ahora la Sección Segunda de la Audiencia de Pontevedra, en base al veredicto del Tribunal del Jurado, es condenar a año y medio de cárcel al excontable de la cofradía, además de imponerle tres años de inhabilitación y el pago de las costas procesales.

Fabricio también deberá indemnizar al pósito con 28.000 euros y con 7.000 a la empresa aseguradora implicada en el procedimiento.

La Audiencia considera probado que en el año 2009 el excontable ideó un plan "para ir haciendo suyas diversas cantidades de dinero propiedad de la cofradía que tenía a su cargo y disposición".

Lo que hizo, como se explicó en tantas ocasiones, fue retirar dinero en efectivo por ventanilla, en las entidades bancarias que trabajaban con el pósito, o bien efectuar transferencias desde las cuentas de la entidad a las suyas propias.

Como se explicó en su momento, el jurado popular lo declaró culpable de un delito continuado de malversación de caudales públicos. Pero advirtieron de que no podía probarse que el procesado se hubiera apoderado de los 580.000 euros que le reclamaba la cofradía, sino que tan solo se probó la cantidad que él reconocía, de unos 200.000 euros.

El jurado explicó entonces que no se pudo probar que fuese Fabricio quien se apoderó del dinero que faltó de la caja de caudales de la entidad o "caja azul", de la caja de la venta en la pescadería o de los depósitos de los clientes para la compra en lonja. Muy por el contrario, advirtió de que no había un control adecuado sobre estos fondos a los que tenían acceso, además del acusado, otros empleados del pósito.

Del mismo modo se tuvo en cuenta que Fabricio cometió tales hechos con sus facultades mermadas por el trastorno de ludopatía que padecía, de ahí que una vez emitido el veredicto el fiscal rebajara todavía más su petición de condena, dejándola en un año y medio de prisión, mientras que la acusación rebajó la petición inicial de once años de cárcel a solo tres.

El fallo de la Audiencia establece como hecho probado el proceder negligente de las dos entidades bancarias de las que retiró dinero. Pero también que el acusado, antes de que se iniciara contra él este procedimiento judicial, confesó en noviembre de 2010 ante el Juzgado de Instrucción de Cambados haberse apropiado de unos 190.000 euros de la cofradía, reconociendo que sabía que en la cofradía le habían descubierto y que sería rápidamente denunciado por ello.

En el Casino La Toja

Como probado está que "obró vulnerando el deber de lealtad que tenía para con la cofradía y la confianza que dicha institución tenía depositada en él; deber de lealtad derivado del hecho de ser empleado de la misma desde noviembre de 2003 y confianza, derivada de no haberse quedado con dinero de la cofradía antes de 2009".

Igualmente, el fallo resalta que "tenía gravemente limitadas sus capacidades de actuar y de controlar su impulso por jugar, (...) motivo por el que se gastó en el Casino La Toja entre los días 7 de marzo de 2009 y 7 de abril de 2010 una cantidad de al menos 47.400 euros del dinero que había sustraído previamente".