El aforo la sala del Pazo de Lis volvió a llenarse para departir con el meañés Basilio Camiña, que habló sobre su experiencia como voluntario de ONGs en sus últimos 8 años, lo que le llevó a vivencias en seis países de tres continentes diferentes, siempre con la música como trasfondo. Un encuentro que se enmarcaba dentro del foro de debate y coloquio "A Cova do Trasno", que, después de su irrupción de los 90, retomaba en este curso la asociación cultural y deportiva GAM, contando para la ocasión con el local que cede el concello.

"A Cova do Trasno" se concibe a modo de coloquio dirigido, aderezado con música en directo, y que tenía como protagonistas al meañés Manu Méndez y Germán Prieto, un dúo de guitarristas que fueron intercalando, entre las vivencias de Basilio Camiña, los temas "Apache", "Mañana de Carnaval", "All blues" y el "Sleepwalk" .

En el coloquio Camiña ofreció un itinerario por sus experiencias, que duraban un máximo de tres meses en cada país, el tope del que podía hacer uso como turista, a fin de evitar problemas con el visado. Primero Marruecos (2012) con "Felicidad sin Fronteras". Luego el Sahara (2013), en el campo de refugiados de Tinduf, de donde rememoraba como "la gente se juntaba cada mañana para cantar a la bandera". De Campos de Goytacazes en Brasil, (con la ONG "Orquestrando a Vida" en 2014) le sobrecogía "la enorme brecha entre pobres y ricos, y el mundo de las favelas, violento y con droga de por medio, pero donde os voluntarios nos sentíamos a salvo, hasta respetados, si seguíamos los códigos".

En 2015, junto con la meañesa Myriam Portela, viajó a Uganda con un proyecto propio a través de la ONG "Muscee Iganga". Antaes recabaran en Meaño y contorna 3.000 euros en donaciones e instrumentación para poner en marcha allí una pequeña brass band.

De Uganda rememoraba "los niños descalzos que venían a las clases que teníamos que dar al aire libre, bajo un sol de justicia, al que ellos sí estaban acostumbrado". "Aquel dinero -agregaba- lo invertimos e construir allí unos cuartos de baño, porque no tenían ni ducha". Le sobrecogió además violencia espontánea de la masa, que emergía en ocasiones: "recuerdo cómo vi apedrear a un hombre que, acusado de robo y de haber estado en la cárcel, fue lapidado hasta morir. Fue durísimo el no poder hacer, sentí ganas de vomitar presencian aquella reacción de violencia primitiva incontrolada", dijo.

En 2016 su paso por Colombia le dejaba la imagen de un país "donde la Iglesia tenía mucho poder, hasta los curas era venerados, servidos y mismo se les besaba la mano. A mí me tocó de cerca, al tener que vivir con un cura, y esa convivencia fue muy dura, porque por esa veneración yo no pasaba".

Y de su paso por Benarés en la India (navidades de 2018) con la ONG "Lotus Spain", le sobrecogió la fusión de vida y muerte en la ciudad sagrada. "Aunque quería bañarme en el Ganges -recuerda- desistí, a lo sumo mojé una mano, viendo como cada día las cenizas de centenares de cadáveres, que eran cremados con el fuego de Shiva en las orillas, se arrojaban luego al río".