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Un siglo de churros en Pontecesures

Los descendientes de Ángel Doce Barreiro mantienen viva la tradición de fabricar este dulce y de venderlo en las ferias, los mercados y las romerías de toda Galicia

Los churreros repartieron el tradicional dulce y chocolate de beber. // Noé Parga

Ángel Doce Barreiro estaba acostumbrado a recorrer las ferias y mercados. Tenía una pequeña embarcación en la que llevaba a la gente de un lado a otro de la ría de Arousa, para vender sus productos en los mercados ambulantes. Fue este hombre quien en un momento impreciso de la década de los 20 del siglo pasado inició una tradición que cuajaría con fuerza en Pontecesures y que ayer volvió a celebrarse con la Festa do Churro, un evento que se celebra en esta localidad desde 1908.

Ángel Doce fue el primero de la zona en vender churros por las ferias, mercados y romerías de la comarca. Viajaba en bicicleta y ganó el suficiente dinero para montar una churrería, "La Marina". Sus hijos mantuvieron vivo su legado, al igual que sus nietos y sus bisnietos. Incluso hay ya miembros de la quinta generación de la familia dedicados a la fabricación artesanal y la venta de churros.

Pontecesures celebró durante el pasado fin de semana las fiestas del Carmen, patrona de los marineros, y puso el broche al fin de semana con una jornada con juegos hinchables para los niños y la Festa do Churro, en la que varios puestos sirvieron churros y chocolate caliente. La mayoría de ellos eran descendientes de Ángel Doce.

Beatriz Jamardo Batalla, de la Churrería Marisú, y bisniesta de Ángel Doce, afirma que el objetivo de esta fiesta es que el público "reconozca el valor" gastronómico del churro, un dulce imprescindible en los desayunos de muchos locales de hostelería o en las tardes de paseo dominical en muchas ciudades y villas grandes. Se trata de una tradición con cimientos sólidos -a las preparaciones clásicas con azúcar o rellenos de chocolate, blanco o negro-, pero que no para de otear en el horizonte nuevos gustos del público.

"Nosotros ya tenemos churros rellenos de crema o de fresa, y ahora estamos experimentando a hacerlos sin gluten porque hay mucha demanda de ese producto", señala Beatriz Jamardo. Eso sí, admite que por el momento el resultado no ha sido satisfactorio, "porque la masa sin gluten no compacta de la misma manera". También han ensayado con otras materias primas, como la gaseosa o la mantequilla, con el objetivo de sorprender a los consumidores y ofrecerles una gama más amplia de productos.

El secreto está en la masa

Como reza el popular eslogan de una multinacional de pizzas, en el caso de la elaboración de los churros, el secreto también está en la masa. Beatriz Jamardo explica que más allá de que los ingredientes sean muy simples (agua, harina y sal), todos los churros "saben distintos", porque dependen del autor. "Nosotros somos cuatro hermanos, y cada uno tiene una forma diferente de amasar y usamos unas cantidades diferentes de los ingredientes". El resultado es que "los churros que hacemos cada uno de los hermanos saben diferente".

Eso sí, la bisniesta de Ángel Doce afirma que "la calidad de la materia prima es muy importante", y que "no vale cualquier harina para hacer unos buenos churros". Este dulce pide una harina "fuerte".

Ángel Doce fue un hombre que a su manera dejó una impronta imborrable en la historia de Pontecesures, hasta el extremo de que el negocio iniciado por él hace casi un siglo se ha convertido ahora en una de las señas de identidad de este pequeño pueblo situado a orillas del Ulla. Sus descendientes recorren ahora toda Galicia, no solo con los puestos de churros, sino también como "pulpeiros".

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