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Velas con nombre y niños vestidos de San Juan

En O Salnés aún perviven algunas viejas tradiciones vinculadas a la Semana Santa, aunque muchas otras desaparecieron

Un momento de la procesión del Ecce Homo, de Cambados. // Noé Parga

En la parroquia de Santa Mariña Dozo, en el centro de Cambados, todavía hay gente que acude a la iglesia el Jueves Santo por la noche y enciende un cirio tras el Lavatorio de Pies y el traslado del Santísimo al Monumento. Pero ahora son pocos los que mantienen esta costumbre, que hasta no hace mucho estaba muy extendida, y se practicaba en otras parroquias de los alrededores.

El profesor e historiador local Hernando Martínez Chantada cuenta que el cirio se encendía en muchas iglesias el Jueves Santo para alumbrar el camino del Santísimo hacia el Monumento, y que permanecía encendido hasta el Viernes Santo. Cada vela llevaba escrito en un papel el nombre de su dueño, y tras la liturgia del viernes, el sacristán iba llamando a los fieles por su nombre, para que cada uno recogiese la suya.

"Era una vela familiar, y los devotos la tenían en casa todo el año. La encendían en momentos especiales, como en caso de tormenta", recuerda Martínez Chantada.

En algunas parroquias de O Salnés y de las poblaciones vecinas existieron durante mucho tiempo tradiciones o costumbres singulares, que en muchos casos se han ido apagando con el paso del tiempo. Es el caso de la de dejar las velas encendidas en los templos, aunque todavía haya fieles que lo practican. En Cambados, los que siguen fieles a esta costumbre, la recogen pasado el Lunes de Pascua y llevan también una botellita de agua bendecida el sábado por la noche durante la Bendición del Agua y del Fuego.

Niños vestidos de santos

La Semana Santa de Cambados es la más importante de la comarca desde el punto de vista estrictamente religioso. Es la que más procesiones tiene, las más solemnes, y en las que salen algunos de los pasos más antiguos.

El asentamiento de una comunidad franciscana en Cambados en el siglo XVI pudo ser el germen de esta devoción por la Semana Santa y las procesiones, aunque Martínez Chantada dude de esta explicación que ha dado tradicionalmente la historiografía. Él entiende que las marchas procesionales entraron en Galicia por Ferrol, a donde eran destinados cada año centenares de marinos andaluces.

Sea como fuere, es también en Cambados donde se encuentran, o existieron algunas de las costumbres más singulares. Otra de ellas es que algunos niños se vestían de santos durante la procesión del Santo Entierro. Algunos de los personajes que se recreaban eran las de San Juan y la Verónica.

Lo que sí se mantiene en Cambados es la visita a las iglesias, que se hace el Jueves Santo. La costumbre consiste en acudir a los tres templos principales, que son los de San Benito de Fefiñáns, Santa Mariña Dozo y la capilla de San Tomé, y rezar allí unas oraciones. Hubo un tiempo en que las iglesias estaban abiertas hasta bien entrada la madrugada.

Las "banderitas"

El también profesor Xermán Torres cuenta que en Caldas de Reis, donde él residió en su infancia, existió otra tradición singular, que era conocida como la Procesión de las Banderitas.

Salía en la mañana de Pascua, y consistía en que todos los niños de la parroquia del centro urbano (la de San Tomás) elaboraban con papel y una caña una bandera. Iban con ella a la calle, y la hacían ondear al encontrarse con el Cristo Resucitado. "Es una tradición que recuerdo de niño, y era preciosa, muy bonita. Estaría bien que alguien intentase recuperarla", explica este docente muy vinculado a la parroquia de Santa Eulalia de Arealonga, en Vilagarcía.

Hernando Martínez Chantada recuerda por su parte que uno de los momentos más especiales de estas fechas en la parroquia de Santa Baia de Ribadumia era el Desenclavo. Esta era una de las pocas feligresías de toda la comarca donde se hacía una liturgia específica, y acudían sacerdotes de varias localidades. "El sermón era muy solemne, e incluso se hacía como una pequeña representación teatral sobre el Desenclavo", rememora.

Momentos espectaculares

Más allá de las costumbres adoptadas por una u otra comunidad, la Semana Santa de O Salnés cuenta con algunos momentos muy especiales para los católicos, y cuya contemplación puede resultar igualmente impactante para los no creyentes o que profesen otros credos. El Santo Encuentro de Cambados, el Viernes Santo por la mañana, está siempre cargado de emoción; y en Vilagarcía, Xermán Torres elogia la Vigilia Pascual del sábado por la noche.

"El templo está a oscuras y en silencio, y de repente se enciende un pebetero. A partir de ahí, se enciende el Cirio Pascual y los cirios de todos los asistentes. Hasta que el silencio se rompe con el canto del 'Aleluya'. Es un espectáculo verlo. Es impactante".

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