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Evolución en el número de habitantes durante la última década

Los núcleos urbanos de Arousa ganan vecinos a costa de acentuar la sangría demográfica del rural

La población baja en el 70% de las parroquias de O Salnés y Ullán -Los mejores datos de crecimiento se dan en los centros de Cambados, Vilagarcía y Barrantes -San Martiño de O Grove cae por debajo de los 10.000 residentes

O Salnés y Ullán han perdido población durante la última década, y además se ha producido un trasvase de habitantes desde las zonas rurales a los núcleos urbanos. Así lo confirman los datos de padrón y nomenclátor publicados esta semana por el Instituto Galego de Estatística (IGE), que son una vez más poco halagüeños en lo que a demografía se refiere.

En el conjunto de los doce municipios que integran O Salnés y Ullán, la población ha disminuido desde el año en que empezó la crisis económica en más de 1.700 personas, situándose en 2018 en un total de poco más de 122.000 habitantes. Y solo cuatro ayuntamientos ganaron vecinos: Cambados, A Illa, Ribadumia y Vilagarcía.

Por parroquias, la población descendió en 42, lo que supone casi el 68 por ciento del total. La práctica totalidad de los territorios que perdieron habitantes están situadas en el medio rural. Aunque el padrón también aumentó en los últimos diez años en algunas de éstas, como por ejemplo en Corvillón o Fontecarmoa, por citar dos ejemplos.

Barrantes y Caleiro

Ribadumia ha protagonizado el mayor aumento demográfico, porcentualmente hablando, de O Salnés durante la pasada década. Y ha sido en gran medida gracias al crecimiento y consolidación del núcleo urbano de Barrantes, a donde se han mudado no solo muchas parejas jóvenes del rural de Ribadumia, sino también vecinos de otras poblaciones, como Cambados, Vilanova o Sanxenxo, que se dejaron seducir por los precios más moderados de la vivienda en Barrantes y por sus buenas comunicaciones por carretera.

Así, Ribadumia ha ganado casi 300 habitantes desde 2008, y Barrantes ya está a punto de rebasar a Ribadumia como parroquia más habitada del Concello. En la otra cara de la moneda, en este municipio se encuentra la feligresía más modesta en cuanto a población, como es la de Besomaño, que ya está por debajo de los 150 vecinos.

Es también paradigmático el caso de Vilanova. Hace diez años, la parroquia de Caleiro era la más habitada del municipio, con casi un centenar de personas empadronadas más que la parroquia del centro urbano vilanovés. Hoy, la situación ha dado un giro de 180 grados, confirmando una vez más que la tendencia demográfica actual es a concentrarse en las villas.

Lo mismo podría decirse de Cambados, cuya parroquia de Santa Mariña Dozo ha crecido espectacularmente, a costa de todas las demás, con la excepción de Corvillón, que no solo ha ganado habitantes, sino que se ha convertido en la segunda del municipio en lo que a padrón se refiere.

Aunque también hay casos de núcleos urbanos que se vacían. En O Grove, mientras San Vicente ha ganado vecinos, la de San Martiño confirma la peligrosa tendencia a la baja de la población meca. Lo mismo podría decirse de los cascos urbanos de Pontecesures y Dena, en Meaño.

En Meis, cuyo centro administrativo de referencia, Mosteiro, se divide entre varias feligresías, el mejor comportamiento demográfico se ha dado en dos parroquias del rural, como San Vicente y San Tomé. Aún así, la primera por número de habitantes es la de Paradela.

Vilagarcía

Vilagarcía cedió en los últimos años el puesto de octavo municipio más poblado de Galicia. El enorme crecimiento demográfico de poblaciones "dormitorio", como Narón u Oleiros -en la periferia de Ferrol y A Coruña, respectivamente- no ha podido ser seguido por la capital arousana, donde la evolución fue igualmente positiva, pero con unas cifras mucho más moderadas. En cualquier caso, los datos del IGE demuestran una vez más que la preferencia de los vecinos pasa por establecerse en el casco urbano. Incluso dos parroquias densamente pobladas y con características urbanas en algunas zonas, como son las de Sobradelo y Sobrán, han perdido gente en el transcurso de la última década.

No hay que olvidar que a nivel industrial, la crisis económica borró del mapa varias empresas, y que el entorno del pueblo de Vilaxoán fue una de las zonas más castigadas por esta reconversión forzada.

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