Está claro que el producto de las rías gallegas cotiza al alza. Prueba de ello es que las lonjas se disponen a completar un año histórico, con registros espectaculares en cuanto a facturación.

Es cierto que 2018 no está siendo el ejercicio más importante en cuanto a volumen descargado en los puertos, pero las buenas cotizaciones alcanzadas en primera venta parecen situar al sector pesquero y marisquero en una muy buena posición.

A estas alturas se facturaron ya casi 404 millones de euros. Aunque se trata de datos provisionales, puesto que muchas lonjas tardan semanas en incorporar sus operaciones de venta a la plataforma tecnológica Pesca de Galicia, dependiente de la Consellería do Mar.

Dada esa provisionalidad puede tomarse como referencia el balance entre el 1 de enero y el 31 de octubre, que asciende a 398 millones de euros.

Es una cifra más aproximada a la realidad que, no obstante, también puede verse modificada al alza cuando los datos de ventas se eleven a definitivos. Y cuando esto ocurra el resultado se acercará mucho a los 404 millones de euros alcanzados en los diez primeros meses de 2017.

En resumen, que a la espera de campañas como la del centollo, que comienza hoy mismo con el largado de los aparejos, y a expensas de lo que suceda en las fiestas navideñas, cuando la demanda se dispara, puede decirse que los ingresos en las lonjas se mueven este año por encima de los 400 millones de euros.

Esto es tanto como decir que se superan todos los registros anteriores a 2016, que alcanzó los 389 millones de euros.

Años flojos

Hay que tener presente que entre los años 2004 y 2015 la cuenta de resultados correspondiente a los diez primeros meses de cada ejercicio se movió siempre entre los 308 millones alcanzados aquel primer año y los 380 millones logrados en 2011.

A su vez, los diez primeros meses de 2001 reportaron unos ingresos de 287 millones, para situarse en 279 millones en el mismo periodo de 2002 y en 267 millones en 2003.

En definitiva, que 2018 ofrece un buen comportamiento, al menos para los intereses de pescadores y mariscadores, que no tanto para los del consumidor.

Esto se debe a los altos precios marcados por algunas especies, y un buen ejemplo de ello es la subida experimentada por el pulpo cuando escaseaba, manteniéndose las cotizaciones altas cuando el cefalópodo volvió a aparecer en abundancia.

Ese encarecimiento de determinados productos compensó el descenso de capturas, pues en la misma plataforma tecnológica antes aludida puede constatarse que hasta el 31 de octubre -datos aún provisionales- se descargaron 152.115 toneladas, frente a las 182.513 de los diez primeros meses de 2017.

El volumen obtenido este año incluso está muy por debajo del conseguido en otros ejercicios que sin embargo facturaron mucho menos. Baste como ejemplo que en los diez primeros meses de 2009 se despacharon 20.000 toneladas más, pero sin embargo se generaron en primera venta 57 millones de euros menos.

Las 152.115 toneladas de este año están también por debajo de las 158.005 de 2016, las 159.000 de 2015 o las 161.474 toneladas subastadas en los diez primeros meses de 2014.

Los que sí se superan son registros como los de 2013, que se quedó en 140.000 toneladas, y 2008, con 148.462 toneladas en diez meses.