El catamarán siniestrado el martes en aguas de O Grove había salido recientemente de un astillero arousano en el que empezaron a montarle una cocina -de ahí la presencia de dos bombonas de butano a bordo- y donde realizaron reparaciones en el motor de la nave, que ya había dado problemas y quedó pendiente de otras mejoras.

La Guardia Civil sigue adelante con la investigación, que puede prolongarse meses, pero cada vez cobra más fuerza la hipótesis de que el fuego que calcinó por completo este barco -del que salieron heridas 48 personas- comenzó en la cocina, que no estaba terminada. Las bombonas quedaron intactas, por lo que se sospecha de una fuga de gas. La explosión que escucharon algunos testigos habría sido posterior.

El grovense Manuel Álvarez Garrido, propietario de Cruceros Rías Baixas, la empresa armadora, desconoce dónde se produjo realmente, pero confirma que el motor de esta nave "había dado algunos problemas y estábamos haciendo ajustes, pendientes aún de los últimos detalles técnicos". Como también señala que "había bombonas a bordo porque estábamos montando la cocina, que aún estaba sin acabar".

De cualquier modo "no sabemos qué pasó y lo determinará la investigación abierta", por la cual ya prestaron declaración tanto tripulantes como pasajeros.

Entre estos últimos hay algunos que dicen haber escuchado "una especie de silbido fuerte, como si fuera un escape de gas y de repente ya vimos el fuego".

La Guardia Civil, que ayer buscó nuevas pruebas entre los restos de la embarcación, que permanecen encallados en A Toxa, trata de determinar si el catamarán estaba en condiciones de salir a navegar y si las reparaciones a las que fue sometido eran suficientes.

En el Grupo de Expertos No Gubernamentales del Sistema Mundial de Socorro se preguntan "por qué nadie hizo uso de los botes salavavidas".