"El fuego avanzó muy rápido y el humo no nos dejaba ver absolutamente nada; vimos la muerte muy cerca, por eso tuvimos que lanzarnos al agua sin pensarlo dos veces para no acabar quemados". Quien así se pronuncia es un joven gallego que viajaba a bordo del "Boramar" cuando ayer sufrió el accidente marítimo entre el puerto pesquero de O Corgo (O Grove) y la isla de A Toxa.

"Escuchamos una fuerte explosión dentro del barco y empezó a salir el humo inmediatamente; de pronto ya vimos las llamas y me lancé al agua", explicaba a FARO un vecino de Lugo en cuanto fue rescatado y llevado a tierra firme.

Allí mismo, en el puerto donde amarran los barcos de pasaje y ayer se improvisó un hospital de campaña, un grupo de asturianos que también acababan de salvar sus vidas confirmaban que se habían producido "una o dos explosiones" seguidas inmediatamente de unas voraces llamas. "De repente estaba todo ardiendo; se escuchaban gritos y llantos", declararon.

Arde un catamarán en O Grove | Testimonios del barco turístico: "Hubo una explosión y empezó a salir humo"

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"Estaba todo ardiendo; había niños y mujeres", declaraba otro joven asturiano. A su lado alguien decía que "todo era un caos absoluto; era como un campo de batalla".

Algunos aún completamente empapados agradecían la ayuda recibida y señalaban que "todo fue rapidísimo, por eso tuvimos que lanzarnos al agua sin pensarlo".

Uno de los rescatadores voluntarios, un hombre que estaba en su embarcación junto a su mujer, no lo dudó dos veces. "Cuando vi lo que sucedía nos acercamos y empezamos a ayudar; primero rescaté a un matrimonio, ambos con quemaduras en diferentes partes de su cuerpo, y después recogí a dos niños que estaban ya en una lancha para traerlos a tierra", indicaba.

Cientos de personas se agolpaban tanto en la zona portuaria como en el paseo marítimo de Beiramar y en la isla de A Toxa, tanto para ayudar como para presenciar el operativo. "Tiene que haber muchos muertos", decían algunos ciudadanos" cuando todo comenzó. "Es un verdadero milagro que no muriera nadie", manifestaban, con alivio, cuando el operativo se dio por finalizado.

Ni que decir tiene que las sirenas no dejaron de sonar en toda la tarde y que la circulación rodada resultó más complicada de lo habitual, pues fue preciso cerrar varias calles al tráfico y habilitar otras exclusivamente para ambulancias

En definitiva, que el centro urbano de O Grove vivió una de las tardes más complicadas que se recuerdan. Sobre todo antes de que la sociedad meca, como indicó su alcalde, José Cacabelos, lanzara un suspiro de alivio al saber que no se habían producido víctimas mortales.