El barco pesquero rehabilitado "Chasula", patroneado por un lobo de mar como Isidro Mariño, realizó el sábado otra exitosa expedición pelágica. La singladura comenzó a las siete y media de la mañana, cuando la coqueta nave zarpó desde el puerto de O Grove con una docena de tripulantes a bordo dispuestos a disfrutar de la presencia de aves y mamíferos marinos.

Las expectativas eran importantes, a pesar de que el actual no es el mejor mes para este tipo de observaciones. Pero la riqueza de las Rías Baixas y la diversidad de especies presentes en ellas y en su costa atlántica es de tal magnitud que esta enésima expedición del "Chasula" tampoco podía defraudar.

Los primeros mulares

Y prueba de que no lo hizo es que apenas cinco minutos bastaron para descubrir los primeros delfines mulares, como siempre interactuando con la actividad acuícola del interior de la ría y buscando presas cerca de la costa meca.

Avanzó el viaje hacia el canal de entrada -o salida- de la ría, colándose el barco escuela de Isidro Mariño entre las majestuosas islas e islotes que conforman el archipiélago de Sálvora.

Los tripulantes ya habían podido observar y fotografiar numerosas aves cuando dejaron atrás tanto las más calmadas aguas arousanas como a las últimas embarcaciones de recreo que se dedicaban a la pesca entre Sálvora y Corrubedo.

La niebla parecía amenazar, pero finalmente no se dejó ver, de ahí que lo mejor estuviera aún por llegar.

La soleada mañana avanzaba al ritmo que trazaba el "Chasula" y mientras el gerente del hotel Louxo La Toja, Luciano Martínez, se encargaba de preparar los primeros aperitivos, a base de fruta fresca.

Antes de saborear esos y otros manjares que se irían sirviendo a lo largo de las seis horas de expedición, ya que la gastronomía juega también un papel esencial en este tipo de iniciativas, y cuando el "Chasula" estaba ya sobre la plataforma continental, empezaron a aparecer los primeros "trofeos" de la mañana.

Eran los primeros paíños -medio centenar en toda la jornada-, acompañados de abundantes gaviotas patiamarillas, registrándose más de 2.200 al final del día.

Del recuento se encargó un experto como Xabier Vázquez Pumariño, que se encargó de censar cada pájaro acompañado de otro ornitólogo de prestigio, Xoán Diéguez, convirtiéndose ambos, además, en los mejores guías para los demás expedicionarios.

Gran diversidad

No dejaron pasar por alto, por ejemplo, la presencia de dos pardelas cenicientas, otras dos sombrías, casi doscientos cormoranes moñudos, una garceta común, seis págalos grandes, otros tantos gaviones atlánticos, cuatro gaviotas cabecinegras y una gaviota sombría.

Tampoco se escaparon del objetivo de las cámaras, y esto merece una mención especial, los cerca de cuatrocientos alcatraces atlánticos avistados, especialmente activos durante el viaje de vuelta, de nuevo a la altura de Sálvora. Sus lanzamientos en picado para sumergirse en busca de alimento causaban verdadero asombro y admiración, al igual que la ingente cantidad de peces que se encontraban en la zona y aparecían reflejados en los equipos electrónicos del "Chasula", explicando el por qué de la presencia de delfines comunes en el entorno.

Poco a poco, tras navegar con calma entre bateas y frente a la costa de San Vicente, se avistó de nuevo el puerto de O Grove, donde el "Chasula" amarró a la espera de la siguiente singladura, esa misma tarde, para mostrar la riqueza de las Rías Baixas.