María Jesús Aragón es celadora en el Hospital do Salnés, y cuenta que las prisas les impiden tomar las adecuadas posturas para no hacerse daño cuando trabajan con pesos. Eso provoca que "suframos múltiples lesiones músculo-esqueléticas, hinchazón de piernas, varices y hasta fracturas". En este sentido, apunta como ejemplo que una compañera se rompió un peso porque con las prisas no manipuló correctamente un sillón.
La trabajadora, que es una de las portavoces del colectivo, sostiene que posee un podómetro, y que "no suelo recorrer menos de 12 kilómetros cada día que trabajo". Esto se debe a que los celadores de O Salnés no tienen un servicio concreto asignado, por lo que tienen que ir a diferentes dependencias del hospital a lo largo del día.
Sus jornadas laborales son de siete horas si les toca de mañana, otras siete si trabajan en el turno de tarde, y de 10 si les corresponde el turno de noche. Todos ellos cuentan con un teléfono móvil cedido por el Sergas para estar localizables. "En ningún otro hospital andan con él, porque tienen un servicio adjudicado".
Por las noches, y por citar los dos ejemplos más próximos, en el Hospital Provincial trabajan siete celadores; en el de Montecelo, 11; y en O Salnés, tres. "Entendemos que es dinero público, pero en sanidad no puedes trabajar en mínimos. Lo que se está haciendo con esto es empobrecer el servicio que se le presta a los pacientes".
Como ejemplo de la situación, cuenta que un día estaba ella sola en Urgencias y llegó un chico que se había caído de un árbol y que tenía los dos pies rotos. "Tuve que moverlo yo sola del coche a la silla de ruedas".
