Acompañado del cura de San Vicente, el siempre afable, marchoso y dicharachero Juan Ventura (además de buen pastor) , el caricaturista grovense Gogue se dedica estos días a eso que muchos acertarían a llamar cultura urbana.

Resulta que en la céntrica y peatonal Praza de Arriba (O Grove), hay una escultura que rinde homenaje a uno de sus personajes más conocidos, Floreano, como no podía ser de otra manera provisto de su boina y sentado a una mesa de taberna con una "cunca" de vino y el imprescindible ejemplar de FARO al alcance de su mano.

Junto a esa figura, que está allí como en cualquier ciudad están las que homenajean a sus literatos, músicos o personajes más relevantes, había una vieja y mugrienta fachada que afeaba el entorno.

Pues bien, ni corto ni perezoso el colaborador de FARO DE VIGO, que cada mañana arranca una sonrisa y una reflexión a los lectores del decano con sus viñetas, decidió ponerse manos a la obra, o mejor dicho, pincel a la obra.

De este modo, con una técnica depurada que en cualquier caso es muy diferente a la que suele emplear para dar vida a sus afamadas caricaturas, que también son reconocidas, aplaudidas y premiadas al otro lado del charco, en el continente americano, Gogue plasma sobre la ahora blanca pared, que usa a modo de lienzo, las figuras de tres de sus creaciones: Floreano, Monchiña y el cura. De este modo saltan del papel de periódico a la pared de este inmueble y alcanzan casi tamaño real.De cuando el arte se lleva dentro

Cual grafitero, pero de los buenos, de esos que no embardunan, sino de los que demuestran el arte que llevan dentro con cada trazo del pincel, la brocha o el espray, Gogue no solo redecora con gusto este espacio del centro urbano meco, sino que ejerce una vez más como aliciente turístico. Y es que entre los muchos visitantes que estos días disfrutan del buen tiempo en Galicia y se encuentran en la villa meca los hay que se detienen asombrados por lo que ven, fotografían al dibujante, posan a su lado y toman imágenes en vídeo que inmediatamente suben a las redes sociales.

Y Gogue, a lo suyo, sigue encaramado a la escalera, deteniéndose a conversar con su fiel admirador el cura de San Vicente y con todos aquellos que le preguntan qué demonios (con permiso del sacerdote) hace allí subido y por qué se mete en estos berenjenales. Su respuesta es escueta pero clara: "Nada, es que la pared estaba fea y decidí decorarla un poco".