Ni Podemos, ni Somos Maioría, ni Compromiso por Galicia, ni los "otros galeguistas", ni nada de nada. Finalmente los clásicos, como PP y PSOE, junto a los sempiternos aspirantes, como BNG y EU, y los socios de gobierno ocasionales y/o bisagra, como Alternativa Meca (AMeca) y Partido Galeguista Demócrata (PGD) son los únicos que se presentan a las elecciones en el Concello de O Grove, donde tradicionalmente se apiñaban unas siglas sobre otras para formar un totum revolutum electoral que acababa pariendo siempre una Corporación fragmentada en la que cualquier cosa podía suceder.
Están ya muy lejanos los tiempos de Independientes de O Grove, Agrupación Vecinal Independiente, Unión Peninsular y otras muchas formaciones que florecían en la localidad cual margaritas en primavera. Ahora las cosas ya no son como antes, ni mucho menos. Quién se lo iba a decir a Chesqui, Katelo, Carballo, Xan, Mascato, Quinito, Fontán, Benavides y tantos otros conocidos personajes que o bien protagonizaron o tuvieron que lidiar con listas independientes, alternativas, escisiones y demás fórmulas que en muchas ocasiones solo provocaban duelos fratricidas.
Y eso que con lo sucedido en los últimos meses a raíz del PXOM y la presión popular ejercida el terreno parecía abonado para el florecimiento de nuevas plantas. Pero ni con esas, pues parece que a muchos se les fue la fuerza por la boca, ya fuera porque el abono no era suficiente para salir adelante, porque se dieron cuenta de que no es lo mismo hacer política de taberna que hacer política de la otra o porque las malas hierbas que creían ver crecer no lo eran tanto.
En definitiva, que el actual alcalde conservador, Miguel Pérez, vuelve a batirse en duelo con el líder socialista y de la oposición, José Cacabelos.
Las suyas son siempre las listas más votadas, y a buen seguro volverán a serlo en esta ocasión. Como testigos de excepción estarán los galeguistas de Alfredo Bea, los independientes de Aida Filgueira, los esquerdistas de Juan Lamelas y los nacionalistas de Heladio Outeiro, ya que con su voto pueden inclinar la balanza hacia la izquierda o la derecha, tanto en las urnas como en las negociaciones que quizás deban producirse después de las votaciones, a la espera de formar un nuevo y más que previsible gobierno de coalición.
Los demás, los que iban a abanderar o integrar alternativas de cambio, nuevos aires para la política, nuevos modelos de gestión económica y demás historias semejantes tendrán que ver los toros desde la barrera. Eso sí, pueden acudir a votar, que eso es lo verdaderamente bueno de la democracia.
