Cáritas destinará la nueva fase del albergue a mujeres prostituidas y en riesgo de exclusión

Será el primer servicio de sus características en la comarca

Se habilitarán 9 plazas más en habitaciones individuales y una familiar

Juan Carlos Abeigón, director de Cáritas en Pontevedra, en las nuevas instalaciones del albergue. |   // R. V.

Juan Carlos Abeigón, director de Cáritas en Pontevedra, en las nuevas instalaciones del albergue. | // R. V.

Cáritas Interparroquial invertirá alrededor de 380.000 euros en la tercera fase del albergue de la calle Joaquín Costa, en el que se propone brindar una atención integral de atención a transeúntes y acogida a personas en riesgo de exclusión. En concreto, con esta ampliación busca ofrecer ayuda a mujeres en riesgo de exclusión social, reclusas y expresidiarias, prostitutas y víctimas de trata, dependientes del consumo de sustancias, mayores y familias monoparentales.

La organización benéfica ha solicitado licencia para esta nueva fase del albergue, cuyo proyecto técnico ha sido redactado por el arquitecto Mauro Lomba, autor de toda la remodelación del que era el antiguo ropero de la entidad. Juan Carlos Abeigón, director de Cáritas en Pontevedra, explica que, una vez iniciadas, las obras se prolongarán alrededor de 6 meses y permitirán ampliar la dotación del albergue en 7 plazas más en habitaciones individuales y otras 2 en una familiar, sumando un total de 16 en todo el edificio destinadas exclusivamente a mujeres vulnerables, un servicio inexistente hasta el momento en la comarca Pontevedra.

Estas plazas contarán con servicios de apoyo añadidos y en ellas pernoctarán exclusivamente mujeres, diferenciando para ello este espacio del destinado a los hombres.

Las obras se llevarán a cabo en la segunda planta y buscan dar una alternativa a “la falta de vivienda y de recursos” de mujeres que han sido víctimas de trata o que salen de prisión. Juan Carlos Abeigón recuerda que “todos hemos visto en las noticias el desmantelamiento de redes de prostitución y los casos de personas que son sometidas a coacciones y amenazas y son obligadas a ejercer la prostitución para saldar supuestas deudas”.

En este escenario, el albergue les brindará un cobijo hasta que puedan rehacer su vida. Cáritas dispone de un programa específico para este tipo de víctimas, el Vagalume, “que lleva bastantes años funcionando, está dando muy buenos resultados pero la prostitución sigue siendo, lamentablemente, una realidad”, constata Juan Carlos Abeigón.

Una voluntaria en el ropero de Cáritas. |   // RAFA VÁZQUEZ

Una voluntaria en el ropero de Cáritas. | // RAFA VÁZQUEZ / Susana Regueira

En unos días se cumplirá el primer aniversario del albergue de Cáritas. Sus responsables constatan la gran demanda de este servicio: “Está lleno casi siempre”, indica en este punto Juan Carlos Abeigón, “da igual que sea verano o invierno, cuando queda una plaza libre se ocupa casi inmediatamente, siempre hay una persona esperando. Donde puede haber alguna vacante más es en el área de mujeres”.

En este momento el albergue sólo cuenta con 7 plazas reservadas a mujeres. “Puede haber alguna libre”, indica en este punto el director de Cáritas Pontevedra, “porque frecuentemente vienen con una pareja y si no hay plaza para él ella no quiere tampoco, pero en todo caso es algo circunstancial, casi siempre está lleno”.

El perfil-tipo de usuario es el de un varón, español, de entre 40 y 60 años, que reciben ingresos mínimos de subsistencia “que no les permiten pagarse una vivienda”, constata Juan Carlos Abeigón.

Al tratarse de un albergue para transeúntes los usuarios pueden residir en las instalaciones un máximo de 21 días. “Hay gente que periódicamente vuelve por necesidad”, explica el responsable de Cáritas, “algo que se valora. Se hace un plan de seguimiento personal con una trabajadora social, que es la que delimita las prioridades y los periodos de prórroga por circunstancias especiales, por ejemplo porque una persona está esperando una plaza en un centro especializado, otros aguardan una cita médica, con los servicios sociales o están tramitando una pensión… Hay de todo y se valoran esas circunstancias”.

A este perfil-tipo mayoritario se suman, añaden la misma fuente, “bastantes extranjeros, de nacionalidades totalmente variopintas, hay ciudadanos rusos, marroquíes, algún brasileño, portugueses”.

Todos comparten el desarraigo familiar, y en buena parte de los casos refieren problemas de salud.

Alrededor de diez directivos y voluntarios de Cáritas, a los que suman responsables del ropero, de reparto de alimentos, se van rotando para atender el albergue, que también cuenta con dos trabajadoras sociales, un integrador social y una administrativa.

El objetivo del albergue es ofrecer una atención integral, con un centro de atención social continuada, servicios generales, reparto de alimentos o un punto de encuentro para personas sin hogar (recogiendo la labor del antiguo Calor y Café). Para ello, Cáritas Interparroquial pide la ayuda de voluntarios. “Necesitamos más, siempre hay trabajo”, reconoce en este punto el directo.

A mayores del albergue, Cáritas financia otros servicios como una casa de acogida en el barrio de A Seca en donde residen 4 familias o un piso en el que pasarán en breve a residir entre 3 y 4 personas que se encuentran en una fase de transición a la vida autónoma. La organización hace un seguimiento de su primer empleo y les presta ayuda buscando su independización y plena integración social y laboral.

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