La Unidad Post-COVID pasó en dos años de atender diez pacientes cada semana a dos en la actualidad

Cuatro años después del estallido de la pandemia, los síntomas persistentes de la enfermedad son “difíciles de explicar por una causa orgánica” para los profesionales | Hay unos treinta enfermos en seguimiento en Montecelo

Dos enfermeras preparan vacunas contra el COVID en el “vacunódromo” de Pontevedra.

Dos enfermeras preparan vacunas contra el COVID en el “vacunódromo” de Pontevedra. / GUSTAVO SANTOS

Tienen síntomas variados, pero que comúnmente se pueden resumir en debilidad, malestar general, pérdida de fuerzas... Es lo que se conoce como el COVID persistente, una enfermedad muy difícil de demostrar por parte de las víctimas de sus manifestaciones, lo que ha llevado a los pacientes a crear incluso un colectivo en defensa de sus situación, la Asociación Galega de Covid Persistente, Asgacop. Recientemente, se presentaron ante la gerencia del área sanitaria de Pontevedra y O Salnés, José Flores y el responsable de la Unidad Multidisciplinar Post-COVID del Complexo Hospitalario de Pontevedra, el neumólogo Adolfo Baloira.

Cuando se cumplen cuatro años del diagnóstico del primer caso de coronavirus en el área sanitaria, en marzo de 2020, este especialista asegura que “la mayor parte son problemas psicosomáticos”, con numerosos pacientes asociados a síntomas de estrés.

“Las personas que mantenemos en seguimiento es porque tienen una afectación emocional importante. En todo caso, a todos ellos les hacemos pruebas: analíticas, marcadores, TAC... y sale todo absolutamente normal. Hoy en día, evidentemente, tenemos muchos medios para llegar a conocer todo. Si todo está normal y no hay ningún parámetro inflamatorio que esté alterado parece difícil pensar que haya una alteración estructural, orgánica”, explica.

“Muchas veces los síntomas son particulares: debilidad, de estar bien y en minutos ponerse mal, caerse al suelo porque no son capaces de mantenerse de pie... Son difíciles de explicar por una causa orgánica”, añade.

Por ejemplo, el dolor de cabeza es frecuente en el post COVID, “pero durante los dos o tres primeros meses”, y, tal y como indica Adolfo Baloira, “más allá ya no se puede atribuir a esta enfermedad, ya se diagnostica como una jaqueca u otra cosa.

Algo diferente es la pérdida de olfato, que puede perdurar más tiempo. “Pero es porque tiene una causa conocida que es la afectación directa del nervio olfatorio, porque por la nariz es por donde entra habitualmente el virus”, señala Baloira.

“Muchas veces los síntomas son particulares: debilidad, de estar bien y en minutos ponerse mal, caerse al suelo porque no son capaces de mantenerse de pie... Son difíciles de explicar por una causa orgánica”

Adolfo Baloira

— Neumólogo

Indica, además, que “hay un síntoma extraño conocido como niebla mental”, que hace que el paciente esté más lento, se le olviden las cosas... “Separar eso de algo emocional es algo muy difícil”, concluye, para reconocer que “es una consulta de manejo complicado”.

En cualquier caso, considera que del total de pacientes remitidos a esta unidad específica de COVID persistente “lo son realmente entre un 15% y un 20%”. “En el resto hay mucho componente psicosomático, emocional, de estrés...”, indica.

El perfil de los pacientes son más mujeres que hombres y en la tercera o cuarta década de la vida.

De hecho, la Unidad Multidisciplinar Post-Covid del CHOP tiene en seguimiento a una treintena de pacientes y, tal y como informa su responsable, ha pasado de atender ocho o diez cada semana hace dos años a uno o dos en la actualidad. “Cada vez tenemos menos en esta consulta. Hay que pensar que respecto al total de pacientes COVID que ha habido y hay es un porcentaje bajísimo”, subraya.

Vacunación anual

En todo caso, la situación ha cambiado muchísimo respecto a la de hace cuatro años, cuando poco se sabía sobre el coronavirus. Cada vez ingresan menos personas por la enfermedad y los que lo hacen son personas con patologías previas o inmunodeprimidas, así como aquellas de avanzada edad.

La vacunación anual parece que ha llegado para quedarse en los colectivos de riesgo, siempre a expensas de las variantes que vayan surgiendo. “Las actuales son de Ómicron, no difieren mucho, de ahí que las vacunas que hay son eficaces”, afirma Adolfo Baloira, que cree que se seguirá revacunando cada otoño a la vez que la gripe.

Por cierto, que esta última ya casi ha terminado “su temporada” de este año, con la característica de que este año la predominante ha sido la gripe A.

Más de 81.000 contagiados oficiales desde 2020

La Consellería de Sanidade continúa actualizando los datos relativos a casos activos de coronavirus en toda Galicia, diferenciados por áreas sanitarias. En el caso de la de Pontevedra y O Salnés, hay actualmente ocho casos declarados oficialmente de COVID, aunque la cifra siempre hay que tomarla teniendo en cuenta de que no todos los afectados lo comunican. De estos ocho, tres están hospitalizados, aunque ninguno de ellos en la UCI. Desde que se declaró la pandemia, se contagiaron con el virus 81.014 personas en las comarcas de Pontevedra y O Salnés, de las cuales se curaron 80.642. El resto o bien están con la enfermedad activa o bien fallecieron positivas, 370 estas últimas, produciéndose el último deceso en el mes de julio.

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