La superviviente del accidente de Pedre avala al chófer: “Conducía bien, despacio”

“No tuve la sensación de que fuese rápido, iba de forma adecuada”, declara Rosario González, testigo del siniestro en el que murieron 7 personas en la Nochebuena de 2022

Rosario González, superviviente del accidente de autobús de Pedre,  declaró en los juzgados de A Parda en Pontevedra

Fernando Martínez

Rosario González, superviviente del accidente de autobús en Pedre (Cerdedo-Cotobade), en el que fallecieron siete personas en la Nochebuena de 2022, declaró ayer en el Juzgado de Instrucción número 1 de Pontevedra como testigo del siniestro. Su declaración coincidió con la del conductor, el otro superviviente del suceso, en quien esta mujer observó una conducción prudente y normal. Le agradeció también la ayuda que pudo darle tras el accidente.

“No tuve la sensación de que fuese rápido, conducía de forma adecuada”

“No tuve la sensación de que fuese rápido, conducía de forma adecuada”, afirmó Rosario González al salir de su declaración ante el juez. Esta versión choca con el análisis de la Guardia Civil, que apuntó al exceso de velocidad como causa principal del accidente.

La causa por la tragedia del río Lérez, en la que murieron siete personas en la pasada Nochebuena, sigue su curso judicial. Tras la declaración el pasado viernes del conductor, ayer fue el turno de la otra superviviente.

La pasajera defendió la actuación del chófer, tanto durante el trayecto, que acabó prematuramente a la altura de Pedre, como tras el siniestro, cuando la despertó y la ayudó a salir del agua.

“Volantazos”

Rosario González aseguró que en ningún momento percibió “volantazos” ni movimientos bruscos y añadió que el conductor era consciente de las malas condiciones: “Ayudaba a los pasajeros que bajaban, les avisaba de que no se veía bien”. También descartó que el vehículo tuviese problemas, aunque el chófer sí les dijo que perdía fuerza en las cuestas.

Rosario González (a la izquierda) llega a los juzgados de A Parda acompañada por su abogada y su hija (en silla de ruedas). |   // GUSTAVO SANTOS

Rosario González (a la izquierda) llega a los juzgados de A Parda acompañada por su abogada y su hija (en silla de ruedas). / GUSTAVO SANTOS

“Nos tocó a nosotras como le pudo tocar a cualquiera”, afirmó con resignación la superviviente, que perdió a una amiga en este accidente. La mujer padece secuelas física y psicológicas, que le están afectando tanto a ella como en el cuidado de su hija, según explicó.

Previamente, a su llegada a los juzgados de Pontevedra y cuando iba a hacer declaraciones a los medios de comunicación, Rosario González se derrumbó anímicamente y no fue capaz de decir nada, por lo que su abogada se la llevó al interior de las instalaciones de A Parda para afrontar la declaración ante el juez con más calma. Sin embargo, a la salida, aunque visiblemente afectada, sí atendió las preguntas de la prensa. Explicó que en la sala dijo “lo mismo que declaré hasta ahora”.

Explicó que está pasando un mal momento desde el día del accidente, “por mi amiga, por la gente”, que falleció en aquella noche.

Reiteró que el conductor la despertó tras el siniestro y la ayudó a salir del agua y que “en ningún momento” tuvo la sensación de que el conductor iba rápido. “Iba bien, no tenía la sensación de que pegase volantazos ni nada parecido”, explicó la mujer.

“Nos tocó a nosotros como le pudo haber tocado a otra persona; teníamos el día”.

“El conductor decía que tenía que ir despacio porque no se veía”

Tampoco tuvo la sensación de ir en un medio inseguro. Incluso “el conductor decía que tenía que ir despacio porque no se veía”, explicó.

Según esta superviviente, el chófer guardaba todas las precauciones necesarias con una conducción “para mí, correcta”.

Desde aquel 24 de diciembre, la vida de Rosario González cambió diametralmente. Entre otras consecuencias “tengo que depender de otras personas para bañar a mi hija, no puedo coger peso, tengo daños en la columna”, explicó la víctima quien solicita asistencia para cuidar a su hija que sufre una discapacidad física. “Mi hija psicológicamente también está viviendo todo esto; no me cuenta lo que pasa, es muy duro”, añadió.

Su abogada, María Álvarez, explicó sobre la declaración ante el juez de Rosario González que “ha contestado a todas las partes, básicamente ratificando todo lo que ya había dicho en la denuncia, aclarando algunos puntos, porque parece que algunas declaraciones no se habían recogido con exactitud”.

En su testimonio, “sobre todo ha insistido en que tiene la sensación, por lo que recuerda, de que el conductor iba conduciendo perfectamente, con las precauciones que motivaban unas condiciones climatológicas muy adversas” y que incluso el chófer les indicó que “iban a llegar con un poquito de retraso, precisamente por esa mala climatología”.

Rosario González también declaró ante el juez “que no había nada de visibilidad, que no había alumbramiento en la carretera, ni reflectores en los en los laterales de la vía y cree que la sensación que tiene es que el autobús se fue en plancha, en una especie de agua planning o algo similar, que se deslizaba y el conductor no podía tener el control del vehículo y que por eso se cayeron”.

La representante legal de Rosario González también subrayó que “ella está muy agradecida al conductor porque la ayudó, la recuperó, porque ella se cayó del asiento, se soltó el propio asiento” por lo que el conductor “la fue a recuperar de las escaleras de la parte principal del vehículo y después todavía se movió por el resto del autobús para tratar de buscar a otros supervivientes”.

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El abogado del conductor del autobús siniestrado, Manuel Carpintero, también se encontraba ayer en los juzgados de A Parda, donde a preguntas de la prensa lamentó que “en este país la culpa es siempre del chófer, o del conductor del Alvia”, dijo, en alusión al siniestro de tren de Angrois. El conductor del autobús de Pedre –sostiene Carpintero– “iba a una velocidad adecuada” y se trata de “un profesional con mucha experiencia”. “Lleva toda la vida haciendo esas rutas y nunca tuvo un problema”, ha enfatizado, además de cuestionar la conclusión de que iba a 90 kilómetros por hora “sin partir de ningún dato objetivo”.

El abogado se ha apoyado en la versión que, al menos hasta ahora, ha mantenido la superviviente. “Sería la que tendría que tener una inquina, sería la primera que tendría que decir que iba como un loco”. “Con niebla, con lluvia, con balsas de agua, nadie, salvo un suicida va a 90 kilómetros por hora”. El abogado de este conductor, único investigado por siete homicidios imprudentes, reitera que el informe es “interesado para dos partes y saben para qué dos partes”. Los investigadores, en el informe que remitieron al juzgado, concluyen que el autocar iba a una velocidad “excesiva e inadecuada”. El abogado rechaza esas conclusiones, al entender que se llega a esa explicación “sin datos objetivos”, algo que le parece “muy aventurado y muy poco ético”. Ha recordado que el conductor, que ha tenido que volver a trabajar como chófer para Monbus, llevaba “toda la vida” haciendo esa ruta “y nunca tuvo ningún problema”. Carpintero ha insistido en que las autoridades “no pueden hacer lo que están haciendo” con su cliente.

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