Conmoción ante el violento asesinato de una mujer en Cunchidos : “Fue una escabechina”

La víctima, de 33 años, recibió de madrugada numerosos golpes y puñaladas | Residía con su pareja en una infravivienda | Está detenido otro hombre, de 47 años y de origen portugués

El momento en el que el cuerpo de la víctima fue retirado de la vivienda de Estribela. // RAFA VÁZQUEZ

El momento en el que el cuerpo de la víctima fue retirado de la vivienda de Estribela. // RAFA VÁZQUEZ / Ana López

Un terrible crimen ha conmocionado al barrio pontevedrés de Estribela, en Lourizán, donde una mujer de 33 años, Noemí Rodríguez Ferreira, natural de Lugo pero vecina de la ciudad, murió asesinada de forma extremadamente violenta en la madrugada del domingo al lunes. La víctima se encontraba en el momento de los hechos en la casa en la que residía junto a su pareja, y fue este el que dio la voz de alarma en plena noche en la calle y ante el temor de ver que nada se podía hacer ya por su vida. El presunto asesino es otro hombre, de 47 años y de origen portugués, que se encuentra ya detenido y a la espera de pasar a disposición judicial.

La mujer, según fuentes policiales consultadas, murió tras recibir numerosos golpes en la cabeza y apuñalada en diversas zonas. “Fue una escabechina”, aseguraron a FARO algunos de los vecinos del lugar.

Vivía en una infravivienda “okupada” en el número 29 de la Rúa Cunchidos, en Estribela. Se da la circunstancia de que era toxicómana, al igual que su pareja. Fue en este inmueble en el que sucedieron los hechos que acabaron con su vida. Se trata de una casa abandonada que tiempo atrás perteneció a una vecina de la zona que falleció, por lo que la propiedad se fue degradando poco a poco hasta ser ocupada por personas sin hogar. Los que ahora viven en ella, de hecho, no son los primeros que la han convertido en su casa.

Los gritos de desesperación de la pareja de la víctima alertaron a un vecino que pasaba por allí y que fue quien avisó a las fuerzas de seguridad y a los servicios sanitarios.

El patio de acceso a la infravivienda. |   // RAFA VÁZQUEZ

El patio de acceso a la infravivienda. | // RAFA VÁZQUEZ / Ana López

Hasta este punto de Estribela se acercó una ambulancia asistencial dotada de soporte vital avanzado del 061, pero los profesionales ya no pudieron hacer nada por su vida, limitándose a certificar el fallecimiento.

Es la Policía Nacional la que ha asumido la investigación y ya se ha descartado que se trate de un caso de violencia de género, al no existir relación entre la mujer fallecida y el arrestado, que cuenta con numerosos antecedentes policiales. También ella tenía que comparecer hoy martes en los juzgados de A Parda acusada de haber entrado en dependencias judiciales a robar expedientes y quemar una bandera de España.

Una de las hipótesis que cobra más fuerza es que se tratase de un asunto relacionado con drogas, dado el tipo de vida que llevaban tanto la víctima como su pareja y el presunto asesino.

Los profesionales de la Policía Científica estuvieron trabajando toda la mañana en la vivienda hasta bien entrado el mediodía; sobre las 12 abandonaron el lugar, que quedó precintado.

Asimismo, los agentes interrogaron a los vecinos, que se encontraban en la zona totalmente abrumados por el suceso. En sus conversaciones con la prensa reconocían que no se esperaban un desenlace así, aunque siempre había algún que otro altercado, “pero no algo tan terrible”.

Los agentes hablando con los vecinos.

Los agentes hablando con los vecinos. / RAFA VÁZQUEZ

Un barrio familiar

Y es que la calle de Cunchidos tiene dos zonas muy diferenciadas, pero en general se trata de un lugar muy tranquilo y silencioso, así como familiar. En la parte más alta de este vial se encuentran numerosas casas residenciales, algunas de ellas de piedra y bastante llamativas, con amplios terrenos y zonas de esparcimiento. Por el contrario, en la parte más baja de Cunchidos las viviendas son más modestas y de más antigüedad. Fue en esta última donde tuvo lugar el asesinato.

Los vecinos reconocen que llevan tiempo llamando a la Policía porque de vez en cuando se oían gritos o había alguna pelea en la citada infravivienda. Aunque confiesan que no les gustaba ese tipo de ambiente tan cerca de sus casas, tampoco llegaron a sentir miedo como tal. “Ellos no se metían con nadie, andaban a lo suyo”, afirman algunos de los habitantes de Cunchidos.

“Esto era un tránsito continuo, venían unos y se marchaban otros, al final la casa siempre estuvo ocupada. Al menos la Policía, siempre que le llamábamos, venía, que en otros sitios terminan por no hacer caso a los vecinos”, se consuelan. “En alguna ocasión las patrullas llegaron a aparcar delante de la casa y a hacer vigilancia toda la noche”, añaden.

El cuerpo de la mujer fallecida permaneció en la vivienda donde ocurrieron los hechos hasta poco después de las 9.45 horas de ayer lunes, cuando finalmente fue retirado y trasladado para practicarle la autopsia. El inmueble donde supuestamente fue acuchillada de madrugada presenta un notable estado de deterioro. La pequeña casa está rodeada por un muro de menos de dos metros de alto y el patio de acceso está lleno de basura, básicamente objetos que sus habitantes fueron recogiendo: colchones, carritos de supermercado, uralitas, sillas... Ironías de la vida, recibe al visitante una bandera negra pirata con una calavera y dos tibias.

La pareja principal del inmueble, la víctima y su pareja, acudían a diario a trabajar como aparcacoches en el parking público anexo a la Escuela Naval Militar de Marín, al que se desplazaban juntos en la misma bicicleta, explican otros vecinos de Marín, asiduos de la Alameda que los veían con frecuencia. Además, convivían con un perro, que fue llevado a la Protectora Os Palleiros de Pontevedra.

El caso del maletero

Muy cerca de donde fue asesinada esta mujer, el pasado febrero el barrio era escenario de otro episodio violento. Un joven de Marín de 29 años denunciaba un intento de homicidio tras ser introducido en el maletero de su coche, al que le plantaron fuego. A principios de marzo, la Comisaría Provincial de Pontevedra cerraba el caso con un investigado, un ciudadano extranjero con un negocio en Marín al que se le imputaba un delito de tentativa de homicidio.

Conmoción ante el violento asesinato de una mujer en Cunchidos : “Fue una escabechina”

Conmoción ante el violento asesinato de una mujer en Cunchidos : “Fue una escabechina” / Ana López

María (vecina): "Había altercados, pero nunca se metieron con nadie de aquí"

María es una de las vecinas del barrio de Cunchidos, en Estribela. Asegura que los altercados y gritos entre los habitantes de la vivienda “okupa” y sus visitantes eran continuos, “pero nunca se metieron con nadie de aquí”, reconoce. Eso no quiere decir que a los vecinos les gustase la presencia de estas personas justo al lado de sus casas. “Llevaban años ahí, venían unos y se iban otros”, asegura, un comentario común a otros vecinos, que afirman que el relevo en esta casa abandonada era continuo y que rara vez llegó a estar vacía. “Había peleas casi todos los días, pero aún tenemos suerte de que nunca se metían con los vecinos”, considera. “Eso sí, es muy incómodo vivir con esto aquí enfrente”. El hecho de que hubiese “trapicheos” o asuntos de drogas en el lugar tampoco es de agrado de los habitantes de Cunchidos, pero que se haya producido un asesinato ya es la gota que ha colmado el vaso. “Fue un vecino el que se encontró a la pareja de la víctima, que decía que le habían matado a su mujer. Entró con él y ya vio todo lo que había allí dentro y a la pobre mujer, mucha sangre. Fue de madrugada. Después ya llegó el forense”, afirma María, que reside justo enfrente de la vivienda “okupa”, que los vecinos piden que sea tapiada.

Conmoción ante el violento asesinato de una mujer en Cunchidos : “Fue una escabechina”

Conmoción ante el violento asesinato de una mujer en Cunchidos : “Fue una escabechina” / Ana López

María del Carmen (vecina): "Siempre los oías subir por la calle a gritos"

María del Carmen, una vecina de la calle, asegura que se enteró del suceso a través de su hermana, que le llamó para informarle. “En febrero me lo encontré a él, la pareja de ella, buscando en el cubo de basura, y me dijo que no estaba robando nada”, afirma. “La verdad es que llevaban tiempo aquí. Siempre los oías subir por la calle a gritos unos con otros”, añade. “Esta es la zona del barrio en la que mejor se pueden esconder. Se marchan unos y rápido ya vienen otros”, resume.

Suscríbete para seguir leyendo