Entrevista | José María Leal Bóveda Historiador

“La sexualidad femenina estaba totalmente controlada por la misoginia machista”

Un monográfico de la UNED ahonda en las “espontáneas”, que en el Antiguo Régimen acudían a un escribano notario para reconocer relaciones y legalizar a sus hijos

El historiador y profesor de la UNED José María Leal.   | // GUSTAVO SANTOS

El historiador y profesor de la UNED José María Leal. | // GUSTAVO SANTOS / Susana Regueira

El centro de la Uned celebrará a partir del próximo día 14 de abril y hasta junio el monográfico “Mujeres espontáneas. La sexualidad femenina hecha pública”, una oportunidad para aproximarse a los rasgos básicos de las relaciones en el Antiguo Régimen.

–¿Qué aspectos históricos explora este curso?

–Va a explorar el papel de la mujer en la sociedad a caballo entre el Antiguo Régimen y la modernidad. Lejos de andar copiando y pegando otros trabajos, de andar repitiendo tópicos como las silenciadas etc, lo que hicimos fue ir a los archivos y ver cómo estos reflejan, sobre todo los protocolos de notarios, el papel de la mujer. Trabajé fundamentalmente el mundo de la mujer en el litoral, porque es el tema de mi tesis doctoral, pero desde luego tras ver diferentes documentos sobre la mujer en el mar me fui al interior y ocurre exactamente igual.

–¿Qué reflejan esos protocolos notariales?

–Finalmente lo que reflejan es el papel que la sociedad le otorgaba a la mujer. Esos documentos públicos reflejan no solamente la funcionalidad que ella tenía dentro de la sociedad, de la economía, la política o la cultura, sino también cómo se entendía la sexualidad con respecto a ella, la violencia contra ella a través de la sexualidad: embarazos no deseados, abortos que provocaban muertes femeninas etc.

–¿Cómo se gestionaba la sexualidad femenina?

–La sexualidad femenina se gestionaba de modo tan misógino que hasta los historiadores nos cuesta entender. A pesar de los intentos que hacemos de empatizar con la época que estudias resulta difícil, la sexualidad femenina estaba absolutamente controlada por el poder de la misoginia machista. Era bastante común que un hombre, con el fin de conseguir favores sexuales, le prometiese a la mujer un casorio posterior; eso implicaba una relación que solía llevar a un embarazo no deseado, porque no se conocían los métodos anticonceptivos actuales, solo se conocía el infanticidio, aborto, etc.

–¿Cómo quedaba en ese contexto la mujer embarazada?

Totalmente desamparada ante una sociedad que la vigilaba de modo constante. En definitiva, era el albergue, entiéndaseme bien, de una criatura ilícita, porque había sido creada mediante un acto ilícito, y se recogía así en el Código Penal. En ese contexto, la mujer tenía, por una parte, para recuperar crédito social y que no la señalasen, tenía que legalizar la situación de esa criatura que iba a nacer. Y por otra parte la tenía que legalizar porque a efectos de una transmisión futura de herencias o de propiedades ese hijo o hija era ilícito. Y no es que fuese ilícito solo, sino que a efectos de la ley no existía.

Había una fórmula de legalizar a los niños (de madres solteras), que era “espontanearse”, es decir, acudir de forma voluntaria ante un escribano notario que legalizaba esa situación

–Aunque usted hace hincapié en que sí que existían esos hijos fuera del matrimonio cuando se los necesitaba…

–A efectos de la ley no existían, pero existían para lo que querían, cuando les convenía el rey bien que usaba de las criaturas. Por ejemplo cuando necesitaba brazos en la Armada o para los ejércitos que luchaban en Flandes o para proteger los envíos de oro y plata americanos, entonces sí que los apuntaba. Si eran hombres, y si eran chicas o mujeres no te preocupes que siempre habría alguna familia acomodada, entre comillas “de bien”, que las aceptaría como sirvientas, a pesar de que no fuesen legales.

–¿Qué son las espontáneas?

En ese contexto legal había una fórmula de legalizar a los niños, que era “espontanearse”, es decir, acudir de forma voluntaria ante un escribano notario que legalizaba esa situación en términos como “fulanita de tal, reconociendo que teniendo trato ilícito con (quien fuera) y estando encinta se espontanea delante de este notario” para que le legalizase a la criatura que venía. Ese notario se lo inscribía y se le asignaba un tutor que la controlase, para que aquello no volviese a repetirse. El tutor solía ser el padre, un hermano, vecino etc, pero en definitiva siempre controlando la sexualidad femenina.

–Y asegura que eso era lo menos que le podía pasar a una chica…

–Lo menos, porque en el caso de una violación sí que la tenía clara. La tenía clara porque tenías que recurrir al método del que estamos hablando o a métodos abortivos, con el consiguiente mal para la madre, lesiones, mortalidad en muchísimos casos etc. Lo curioso venía que una vez que te violaban, espontaneabas, el escribano decía ya te lo inscribo pero “que no vuelva a ocurrir”. Insistían muchísimo, muchísimo ellas en eso, en que si habiendo sido la primera vez que me sucedió, por violación o por trato consentido, téngalo usted en cuenta para que no pene. ¿Por qué? Porque si era una situación repetida podía acarrear una pena de cárcel, destierro etc.

Suscríbete para seguir leyendo