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Testimonios vivos para hacer memoria

Un documental recoge la historia del naufragio de una embarcación en 1940 en Arnosa, Vilalonga, así como del marisqueo y la recogida de barro en la costa de Sanxenxo

María Concepción Dadín Méndez charla con Xan Leira antes de ofrecer su testimonio. // GUSTAVO SANTOS

Pocas historias hay tan desconocidas como la del naufragio de una embarcación el 27 de febrero de 1940 en el lugar de Arnosa, en la parroquia sanxenxina de Vilalonga. En aquel fatal accidente, provocado por una galerna del sur, fallecieron al menos 25 personas del medio centenar que iban a bordo del barco, la mayoría mujeres que se dirigían al marisqueo y niños que les acompañaban en su trabajo diario y que fallecieron ahogados o aplastados por las velas. Viajaban en un barco, del que a día de hoy se desconoce su nombre, dedicado a la recogida de barro en la costa, un oficio que cobró gran importancia en la comarca de O Salnés a partir del siglo XIX para la fabricación de tejas y ladrillos. Para que la memoria de los supervivientes de este hundimiento pesquero perdure en el tiempo y se conozca tanto la profesión del marisqueo como la del acopio de la arcilla local, están trabajando mano a mano la empresa Memoria Documental de Galicia S.L., con el director y productor de cine Xan Leira al frente, y la asociación vecinal Codesevi, de Vilalonga.

Las entrevistas se están llevando a cabo en las instalaciones de Refractarios Campo, en el mismo lugar de Arnosa, con una larga trayectoria en la fabricación de tejas y ladrillos, entre otros artículos. Sus protagonistas son localizados por los miembros de Codesevi, entre ellos Carlos García Padín y Luis Agraso.

Arturo Méndez Fernández durante la grabación. // GUSTAVO SANTOS

Recuerdos desde la niñez

Arturo Méndez Fernández, de 82 años, fue uno de los primeros entrevistados ayer por la tarde por Xan Leira por su vinculación a la profesión de la extracción de barro para la fabricación de tejas.

Explica a cámara que sus padres ya se dedicaban a esta labor y que él, con 11 años, comenzó echando una mano achicando agua y descargando en la fábrica.

“De aquella había muchos barcos en esto. Había dos de 50 toneladas, el Industrial y el María Manuela, que llevaban el barro a la fábrica de Poio”, asegura, en referencia a la ya desaparecida en las inmediaciones del Puente de A Barca.

Había dos modos de recoger la arcilla local, en tierra o en mar. Obviamente, en mar “era mucho más duro”. “El mar te echaba fuera; costaba mucho y era muy peligroso. Hubo una vez en la que un hombre se quedó enganchado y tuvieron que rescatarlo”, recuerda.

De hecho, muchos de los profesionales que vivían de esta profesión, solo lo hacían en verano por las duras condiciones climatológicas. “En el invierno hacía mucho frío y teníamos que trabajar casi sin ropa, por eso se iba más al marisqueo”, indica.

Como es lógico, en aquella época, además, las jornadas de trabajo no tenían límite y se podía estar a la faena un mínimo de 10 horas. “Te marchabas cuando te dejaban marchar”, subraya Arturo Méndez.

Tal era la calidad del barro, que había una docena de fábricas en la zona “porque lo consumían todo”. Asimismo, había embarcaciones que se llevaban también material para otros lugares de España, sobre todo de la costa mediterránea.

Entrevistados e integrantes de Codesevi, ayer durante el rodaje. // GUSTAVO SANTOS

María Concepción Dadín Méndez, de 88 años, perdió en el naufragio a su padre y una de sus hermanas. Ella tenía entonces tan solo seis años. “Solo sé lo que me contaron. Era un domingo y mi padre logró salvar a mi madre, pero cuando volvió a buscar a su hija se quedaron ambos en el agua”, cuenta sobre su historia familiar.

“Éramos cuatro hermanas con la que murió y quedamos tres: Amelia, Herminia y yo. Fue una tragedia. Mi madre volvió a la ribeira con una prima y nos crió como pudo. Yo me quedé con mis padrinos, así que no fui al marisqueo, pero mis hermanas sí. Nadie se puso en que no había que trabajar ahí de nuevo, así que la vida siguió”, narra María Concepción Dadín, que celebra la iniciativa de producir este documental “para que esto quede escrito”.

Su historia es solo una más de las muchas que hasta ahora han quedado silenciadas por haber tenido lugar en plena dictadura de Franco y que tanto Codesevi como Memoria Documental de Galicia S.L. quieren sacar a la luz para hacer justicia a la memoria de todas las familias.

Un sector en auge en O Salnés desde el siglo XIX

La fabricación de tejas y ladrillos fue una actividad importante en la comarca de O Salnés entre el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Llegó a haber numerosas fábricas en la zona que, poco a poco, con el paso de los años, fueron echando el cierre por no saber adaptarse a los nuevos tiempos. La historia de este oficio se recoge en el Centro de Interpretación de las Telleiras, en Vilalonga. La excelente calidad de la arcilla local ha marcado el devenir de esta parroquia sanxenxina, aunque ya solo quede una empresa dedicada a este sector: Cerámica Campo, que en sus inicios regalaba a sus operarios de bicicletas y a sus encargados de motocicletas para que pudiesen acudir a sus puestos. Su gerente en la actualidad, Camilo Rodiño, explica a FARO que “es un sector complicado porque necesita de mucha inversión”. La clave en esta empresa fue, precisamente, apostar por las nuevas tecnologías y la competitividad. “Competíamos con fábricas del resto de España e incluso Alemania; tuvimos que industrializarnos, incorporar robots...”, indica.

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