Peatones, visitantes y turistas fuera del perímetro vallado. Y en el interior el público sentado, distanciado y con restricciones de aforo. El concierto de Ortiga sirvió ayer de test para las actuaciones que se celebrarán en los próximos meses y de nuevo puso de manifiesto la gran capacidad de convocatoria de la música en directo.
El recital se celebró en la plaza de A Ferrería. Fuera del perímetro acotado, se reunieron grupos improvisados de familias y amigos, una imagen que también se produjo durante los conciertos del pasado verano y que se intentó evitar con un refuerzo policial.
El público que asistió al concierto cumplió con todas las medidas de seguridad ligadas a la pandemia, sumando animación a un intenso fin de semana en el que la hostelería local encadenó llenos
Por lo demás, el público que asistió al concierto cumplió con todas las medidas de seguridad ligadas a la pandemia, sumando animación a un intenso fin de semana en el que la hostelería local encadenó llenos.
El concierto se celebró tras una jornada técnica del programa municipal Cabos Soltos que se dirigía especialmente al sector de la cultura en directo. Tras estos encuentros, el recital de Ortiga buscaba ser un ensayo en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad para, a medida que avance el año, ir implementando actividades. El Concello se propone así dar un “balón de oxígeno” al sector creativo y cultural.