La Audiencia Provincial de Pontevedra acoge este jueves el juicio contra un pontevedrés acusado de violar a dos sobrinas y un sobrino menores de edad, en algunos casos de forma reiterada y durante casi una década. El fiscal solicita para el acusado 53 años de cárcel.

El juicio comenzó este jueves en la Sección Segunda de la Audiencia y continúa a puerta cerrada para proteger a las víctimas.

El acusado, a preguntas del juez, manifestó que no reconocía los hechos y que no contestará a las preguntas de ninguna de las partes, tampoco a su abogada. La defensa trató de introducir en el proceso como prueba un certificado de minusvalía del hombre, para alegar que no es imputable, pero el tribunal consideró que ya consta en los informes forenses de las diligencias previas su estado psíquico.

Según el escrito de acusación, el procesado con el propósito de satisfacer su apetito sexual, entre el año 1996 y hasta el año 2001, cuando una de sus sobrinas contaba con seis años de edad y hasta, por lo menos, los 11 años, prácticamente a diario, salvo los fines de semana, la tumbaba en la cama, le quitaba su ropa, la besaba en diversas partes y le hacía tocamientos por todo el cuerpo y la violaba, al tiempo que le ponía películas pornográficas y se masturbaba.

Con otra de sus sobrinas desde aproximadamente el año 2005, realizaba prácticas similares. Esto sucedía prácticamente todos los días hasta que la menor dejó de acudir diariamente a la casa de su abuela, donde ocurrían los hechos, pero el procesado continuaba con su conducta durante los fines de semana hasta que cumplió los nueve años, edad con la que ella ya fue capaz de evitarlo, si bien el procesado trataba de colocarse a su lado en las comidas familiares para así tocarle por debajo de la mesa en sus órganos genitales”, expone el fiscal.

Igualmente, una noche del año 2006, cuando su sobrino varón tenía siete años y estaba durmiendo en una de las habitaciones de la casa familiar, el procesado entró en ella y encendió la luz, de forma que despertó al menor, quien lo vio desnudo de la cintura para abajo, con el pene en erección y, aprovechándose de su condición de familiar y de su fuerza, le agarró fuertemente la cabeza dirigiéndola al pene, que introdujo en su boca. El niño gritó y el acusado salió corriendo de la estancia.

A consecuencia de estos hechos relatados, la primera menor sufre un trastorno de estrés postraumático agudo, de inicio tardío, asociado a revelación de abusos, todo esto en una mujer con una sintomatología agorafóbica previa, muy probablemente relacionada con haber sido víctima de abusos en su infancia, que requeriría tratamiento psiquiátrico y farmacológico. Igualmente, la segunda menor padece trastorno de estrés postraumático con un nivel importante de ansiedad, con síntomas tales como recuerdos intrusivos, ataques de angustia y de revivir sensaciones asociadas a las situaciones de abuso, pesadillas, alteraciones del patrón del sueño, evitación, aislamiento, dificultades para las relaciones personales, por lo que está a tratamiento psiquiátrico y farmacológico, según los informes.

El escrito de acusación añade que el procesado participaba como voluntario en actividades relacionadas con menores.

Por estos hechos, el fiscal aprecia dos delitos continuados de agresión sexual y otro delito de agresión sexual, así como dos delitos de lesiones psíquicas, por lo que se pide penan que suman 53 años de prisión, junto a la inhabilitación absoluta para el ejercicio de oficio relacionado con menores de edad y la prohibición de acudir al lugar en donde residan ninguno de los tres menores, así como sus familiares, por un tiempo de cinco años una vez que haya salido de prisión. En cuanto a la responsabilidad civil el fiscal pide que el acusado indemnice a los menores por los perjuicios y daño moral causados.