- ¿Ha sabido la filosofía incorporar movimientos como el feminismo, que se ha incluido en el programa del curso?

- Más de lo que parece, lo que pasa es que el feminismo muchas veces está por descubrir. Lo que ocurre es que yo hago una distinción muy clara entre feminismo burgués y otros tipos, como el feminismo de clase. Ahora es muy frecuente que la burguesía acomodada femenina asuma, de alguna manera, el discurso de todas las mujeres y muchas de ellas, que realmente son las oprimidas del sistema, se quedan sin voz y sin capacidad de rebelión. De hecho, en la última huelga feminista, las que más necesitarían de esa manifestación y de esa expresión, son justo las que ni se manifestaron ni se expresaron porque perdían sus puestos de trabajo: trabajadoras del hogar, del turismo...

- Pero aunque sean las mujeres burguesas las que lideren, ¿no se benefician en cierto modo esas oprimidas?, ¿no hay que verlo como un apoyo?

- Eso de salvadores de otros y portavoces... Muchas veces los intereses quedan escondidos. Es como ocurre en los partidos políticos, que incluyen en el mismo grupo a las clases medias acomodadas, que no tienen problemas para llegar a fin de mes, con las bajas, que tienen salarios mínimos ridículos o que están sin él. No es comparable. Hablar en nombre de todos es universalizar algo que no lo es.