Jorge (de 45 años) y Eusa (de 35) se conocieron como muchos toxicómanos en la calle a principios de 2015. Dolores Fontán acude a ver a su hermano y a Eusa cada sábado al centro penitenciario de A Lama. No oculta que ambos cometieron delitos por los que deben pagar pero sí insiste en que se trata de dos personas que vieron como la droga destrozaba sus vidas, a lo que hay que unir una personalidad y un carácter muy difícil en el caso de Eusa por las "terribles" condiciones en las que se crió desde muy niña. Sin familia, es ya madre de un niño con el que ahora intenta retomar el contacto. Por ahora solo ha podido hacerlo telefónicamente. De su hermano (en realidad es hermanastro), señala que es una persona "muy buena" que un mal día comenzó a tontear con las drogas y acabó totalmente enganchado. De hecho, reconoce que su adicción es tal que sabe de las dificultades que hay para que pueda reinsertarse. Tras su detención el amor continuó vivo en prisión y la boda también trata de evitar un posible traslado de cárcel de Eusa, que ya estuvo a punto de producirse en el pasado.