Atónitos. Así se quedaron los familiares de los 160 internos que actualmente se encuentran ingresados en el asilo de ancianos de Pontevedra cuando ayer, sin previo aviso y sin que tuvieran ninguna sospecha al respecto, los abogados de la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados les comunicaban que este centro cerraba. La principal razón, según los letrados de la congregación religiosa, es la "profunda reforma" y reestructuración del centro que exige la Xunta para autorizarles a continuar con su actividad ya que el edificio "incumple todos los requerimientos administrativos". Una reforma que, dicen, es imposible de asumir y que costaría "varios millones de euros". Así se lo comunicaron a los familiares, a quienes también informaron de que llevaban ya varios años incumpliendo el plazo otorgado por la Xunta para acometer estas reformas y sorteando el cierre gracias a diversas prórrogas. La última de ellas acaba de expirar por lo que aseguran que deben echar el cierre "en los próximos meses". También señalan como impedimento para continuar con la actividad el cada vez menor número de hermanas que integran la congregación religiosa y que atienden la residencia.

Las palabras del representante legal de la congregación provocaron una contundente respuesta desde la Xunta de Galicia. El ejecutivo autonómico explica que el motivo del cierre tiene que obedecer exclusivamente a una cuestión interna de la propia congregación, ya que niegan que se les haya impuesto alguna exigencia o ultimátum para que continúen con la actividad en el centro. Prueba de ello es que no les consta ninguna inspección, sanción o multa cursada sobre esta institución que, aunque privada, ofrece un servicio social.

El propio delegado territorial de la Xunta, José Manuel Cores Tourís, desconocía la existencia de un ultimátum a la residencia: "En ninguna de esas visitas se les exigió medida cautelar alguna por lo que parece ser un problema interno de la congregación".

Algunos de los familiares de los internos tenían esta misma sensación y ayer se preguntaban "cuál es la verdadera razón" que impulsa a la congregación a cerrar el asilo: "La sensación que nos dio es que son ellos los que ya parecen decididos a cerrar, puesto que cuando les preguntamos qué se podía hacer para evitar esta situación no nos dieron muchas alternativas", señala Susi Fariñas, una de las afectadas.

En la tensa reunión mantenida con los familiares de los internos, entre los que se ha generado una enorme preocupación e incertidumbre por el futuro residencial de sus seres queridos, se aludió a una serie de reformas (rampas, cuartos de baños en las habitaciones, entre otras) que sería necesario llevar a cabo para contar con el visto bueno de la Xunta. Sin embargo, muchos de los usuarios se extrañan de que estas carencias provoquen el cierre de una residencia "cuando hay otras funcionando que no cuentan con estos requisitos". Con todo, los afectados han convocado una asamblea el lunes a las 18.30 horas para intentar buscar soluciones que eviten el cierre.

¿Qué ocurrirá ahora con los 160 ancianos que residen en el emblemático edificio de Loureiro Crespo? Desde la congregación se informó a los familiares que "no van a dejar a nadie tirado en la calle". Les indicaron que estudiarán caso por caso y que se buscarán alternativas residenciales para todos ellos en los otros centros dependientes de esta misma congregación en localidades como Vigo o Vilagarcía, pero también otras más alejadas como Pontedeume o Betanzos. Eso sí, según algunos familiares, les informaron de que si no están conformes con la solución de realojo que se plantea al interno tendrían que hacerse cargo del paciente, ya que el centro del Pontevedra deberá estar cerrado en verano.

La medida también tendrá un coste social ya que en la residencia trabajan unas 60 personas, la mayoría personal discontinuo. Aunque a muchos ya les habían informado de que no se les renovarían sus contratos, fue ayer cuando se les comunicó el cierre inminente.

Una institución muy arraigada en la ciudad

El asilo de Pontevedra, promovido por las Hermanas de la Caridad en el año 1879 (cuando esta congregación se instaló en el hospital de la ciudad), cuenta con una gran raigambre en la historia local y contó con el apoyo y la colaboración personal de numerosos vecinos a lo largo de sus casi 130 años de historia. Los primeros pasos de la puesta en marcha de este asilo están datados en 1883.

El alcalde de la ciudad, Miguel Anxo Fernández Lores, lamentó ayer el cierre de la institución. "Una muy mala noticia", dijo el alcalde, "que llega en el peor momento posible, cuando cada vez más personas están necesitadas de este tipo de asistencia".

En clave política, el alcalde recordó que no es responsabilidad de una entidad privada como esta asumir la asistencia a las personas mayores, sino que corresponde a las instituciones públicas, en este caso a la Xunta de Galicia. Por eso el alcalde demandó al Gobierno autonómico que dé los pasos necesarios para abrir cuanto antes una instalación pública y para ello ofreció el antiguo colegio de la ONCE.