Secundino deberá sacrificar las 46 vacas que tiene: “Te quita la ganas de todo”

Secundino Domínguez, un ganadero de Palleirós, Manzaneda, y su hermano Luis, tendrán que sacrificar todos los animales de su explotación, unas 46 cabezas de ganado entre vacas y terneros, tras detectarse tres positivos en tuberculosis. Una pérdida económica a la que se suma la carga emocional para dos personas que cogieron el relevo de sus padres con solo siete u ocho vacas y con gran esfuerzo sumaron muchas más. Fueron “tres terneras novillas criadas por nosotros en la explotación las que dieron positivo, pero ellos ( la Xunta) lo atribuyen a otra vaca que desde 2013 estuvo aquí, pero nunca dio positivo”, no obstante, “ya no quisieron hacerle la prueba y ordenan sacrificar a todos los animales”. Desde la Xunta argumentan numerosos antecedentes de positivos en esta parroquia.

En unos 32.000 euros se estima la pérdida de estos dos ganaderos ya que “el protocolo de la Xunta exige que al dar positivo un animal se obliga a matar a todos”, señala Domínguez. El disgusto es grande ya que “nuestros padres eran ganaderos y ahora mi hermano y yo cogimos la explotación con 7 u 8 vacas sin contar los terneros, y la estábamos montando todo para vivir de esto. Nuestros ahorros los metimos en aumentar la explotación, en maquinaria, vacas....”.

Apunta que lo psicológico también les afecta mucho, ya que “tendremos que ver a todos nuestros animales muertos, ayudar a matarlos, y coger las vacas y buscar nosotros el transportista y el matadero”. Todo ello “te quita las ganas de todo. Esto no es ayudar al rural”. No tiene seguro, y explica que la Xunta ahora le dará en función de la edad del animal, más lo que le reciba del matadero, pero “no compensa”. Estima que tendrá de pérdida como mínimo 800 euros por vaca sacrificada, que es lo que tendrá que aportar él al comprar otra y esperar a mayores casi dos años para que produzca lo mismo que la anterior.

Una vez su explotación quede vacía no podrá emprender inmediatamente su reposición con nuevas reses, ya que “en seis meses no podemos volver a incorporar ningún animal”. Domínguez adquirió su ganado fuera y dentro de Galicia. La última res en 2021 procede de Granada y “venía saneada, y a los 15 días vinieron y la sanearon de todo, brucelosis, tuberculosis, .... y a los 45 días volvió la campaña de saneamiento, y dio negativo”.

La Xunta y ayudas

Por su parte, desde la Xunta explican que con el sacrificio obligatorio de los animales se pretende atajar el foco de la enfermedad y proteger a las restantes explotaciones libres. Destaca que la parroquia de la explotación afectada, Palleirós, tiene numerosos antecedentes de positividad de tuberculosis confirmada hace años en ganado bovino, ovino y caprino, por lo que ya era considerada como una zona de alto riesgo de esta enfermedad.

Por ello, es preciso sacrificarlos, según establece la normativa, por la que rigen las actuaciones de los Servicios Veterinarios Oficiales. Apunta que esta medida de control sanitario está contemplada en los programas nacionales de erradicación, y da derecho a indemnización del titular de los animales, cofinanciada y conforme al baremo que establece el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA).

A mayores, en Galicia, financiadas con fondos propios de la Comunidad, existen dos líneas de ayudas complementarias, una para compensar el lucro cesante durante el tiempo en el que está inactiva la explotación, y otra para la reposición de animales sacrificados (la última, convocada en enero, cuenta con un presupuesto de 975.000 euros).

Asimismo, los ganaderos también perciben el valor de la carne de los animales sacrificados en el matadero, y los importes de los seguros agrarios subscritos. Y las labores de limpieza y desinfección de las instalaciones son asumidas directamente por la administración.

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