Arturo, el jubilado que divulga entre los colegios la lucha por una arquitectura popular "en la UCI"

Este investigador recorre de forma altruista los centros escolares: “Si los alumnos saben el valor de un hórreo, un cruceiro, un peto de ánimas, de mayores lucharán por protegerlos”

Arturo Fernández con alumnos y alumnas del Colegio de Casardemato, en O Pino. |   // IÑAKI OSORIO

Arturo Fernández con alumnos y alumnas del Colegio de Casardemato, en O Pino. | // IÑAKI OSORIO / M.j.Á.

M.J.Álvarez

Arturo Fernández ha dedicado buena parte de su vida como aficionado a la investigación y recuperación de elementos de la arquitectura popular gallega y a uno de sus símbolos, como uno de los mayores expertos en el mundo del hórreo, con trabajos de investigación y recopilación –algunos por encargo, como el que le hizo al Concello de Amoeiro–, exposiciones y conferencias por toda Galicia.

El investigador con dos elementos que recrea. |   // IÑAKI OSORIO

El investigador con dos elementos que recrea. | // IÑAKI OSORIO / M.j.Á.

A lo largo de los años y tras recorrer “más de medio millón de kilómetros con mis propios medios, sin ayudas”, hizo tal vez el recopilatorio más profuso del hórreo y de sus diferentes tipologías, y elaboró maquetas a escala. “Llegué a proponer que se hiciesen rutas anexas a las del turismo para conocer estos elementos y que se tramitara la declaración de patrimonio de la humanidad, con lo cual tendrían ayuda de la Unesco,” explica, pero las administraciones no reaccionaron “y los hórreos que no han desaparecido están en la UCI”, lamenta.

La respuesta de los alumnos es siempre reconfortante, “mejor normalmente que la de algunas asociaciones de padres, que pese a ser una actividad gratuita piensan que no es moderno hablarle de este legado a sus hijos”, afirma

Sin embargo no ha claudicado, y desde hace unos años, y ahora ya como jubilado y por cuenta propia, visita colegios y a alumnos desde Infantil a Bachillerato con charlas y exposiciones. “El objetivo principal es sepan que tenemos un patrimonio que es el mejor del mundo y que ese legado de arquitectura popular urbana y rural, de petos de ánimas o cruceiros, llegue a estos niños, que aprendan a valorarlo, porque ellos serán los votantes del mañana y exigirán así que se proteja”, explica.

La respuesta de los alumnos es siempre reconfortante, “mejor normalmente que la de algunas asociaciones de padres, que pese a ser una actividad gratuita piensan que no es moderno hablarle de este legado sus hijos”, afirma

Pero los comentarios de los niños si son gratificantes. “Cuando llegas a colegios del rural y les explica la importancia y el valor de un hórreo, sus modalidades, se sienten orgullosos, empiezan a contar que en su casa o en la de los abuelos hay uno, y no paran de hacer preguntas sobre este legado arquitectónico y patrimonial que se pierde”, explica Arturo.

Para estos niños de la era internet es fácil moverse en el mundo de lo virtual pero, en parte por culpa de una formación que solo mira al presente o al futuro,no se les enseña quiénes son o de dónde vienen, desconocen sus raíces. Como prueba “la sorpresa de algún alumno que, cuando les contaba la importancia de los cruceiros, me reconocía que tenía uno enfrente de su casa, y no sabía lo que era”.

Arturo, quien vuelve a dedicar su jubilación a contribuir con la preservación de la memoria y el patrimonio colectivo, sigue ofreciéndose con generosidad a los colegios, y tiene una larga lista de ellos en cartera. A veces, afirma, los niños demuestran que pueden ser los auténticos valedores del legado, pues “en un colegio se negaron a abandonar la clase mientras hacíamos una maqueta de hórreo, quisieron colaborar y su cara de satisfacción al final era maravillosa”.

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