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Celanova desentierra la memoria de siete asturianos fusilados en la Guerra Civil

Se inician las excavaciones en el cementerio municipal para hallar los huesos de represaliados en septiembre del 1939

Una parte del equipo que conforma el proyecto de exhumación en Celanova. | // FERNANDO CASANOVA

Ochenta y tres años, dos meses y un día después de ser fusilados siete asturianos, un equipo interdisciplinar inicia el proceso de excavación en el cementerio municipal de Celanova para hallar sus huesos y desenterrar así la memoria histórica de siete personas que perdieron la vida en una guerra entre hermanos.

Abelardo Suárez del Busto, 28 años; Alfonso Moreno Gayol, 26 años; Baldomero Vigil Escalera Vallejo, 19 años; Belarmino Álvarez, García, 29 años; Guillermo de Diego Álvarez, 25 años; Marcelino Fernández García, 21 años; y Mariano Blanco González, 36 años; fueron fusilados en el cementerio parroquial de Celanova el 22 de septiembre de 1939, después de intentar escapar de Gijón cuando cayó en manos sublevadas. Unos lo hicieron en barco y fueron apresados por la marina golpista en alta mar y otros lo hicieron por tierra con el mismo final.

La memoria de todos ellos, después de ser juzgados por un tribunal militar y ser condenados a pena de muerte, fue desenterrada por el Comité de Memoria Histórica de la Comarca de Celanova, que fue el primero en tirar del hilo de la documentación militar para ver qué había pasado con ellos.

El germen

Hixinio Araúxo, secretario del Comité de Memoria Histórica de la Comarca de Celanova, comenta que “el profesor de Historia de la UVigo, Domingo Rodríguez Teijeiro, escribió mucho sobre la cárcel de Celanova y en algunas de sus publicaciones aparecían referencias a estas siete víctimas. El catedrático de Historia Contemporánea, Jesús de Juana, también hablaba en algunas de sus publicaciones sobre ellos, pero lo hacía aludiendo a que los fusilamientos se producían entre los miembros de propio batallón de la Falange de Marruecos, que fue la que ejecutó a estas personas. A partir de ahí nos pusimos a investigar, en el Archivo Militar de Ferrol y allí estaban las causas por las que murieron y estaba identificado el lugar de enterramiento”.

Mientras desde el colectivo celanovés explican el inicio del proceso, los arqueólogos tratan de limpiar la zona de plantas e hierbas, dejando al descubierto un rectángulo de tierra poco uniforme en el cementerio municipal de Celanova. Lo hacen para acondicionar la zona y dar inicio a las excavaciones. Unos, con azadas en mano, quitan las plantas y otros trasladan los restos fuera del cementerio municipal.

Desde Celanova se pusieron en contacto con el gobierno asturiano para dar a conocer los nombres de esos siete fusilados y tratar de difundir su historia para dar con las familias. Fue a partir de varios actos públicos cuando dos familias se pusieron en contacto. Una de ellas a través del Comité de Memoria Histórica de la Comarca de Celanova y otra a partir del gobierno asturiano. Desde el colectivo celanovés comentan que “se trata de la hija de Marcelino Fernández y las dos nietas de Abelardo Suárez”.

Estas dos últimas no tenían constancia de que su abuelo hubiera sido fusilado porque una parte de la familia se separó de la otra. Por su parte, la hija de Marcelino Fernández, Josefa, de 85 años, nunca conoció a su padre. Ella viajó con su madre en 1939, dos meses antes del fusilamiento de su padre, para que este la conociera. Ella no tiene recuerdo de él, pero años después, cuando quisieron informarse sobre dónde estaba enterrado, no encontraron nada. Era la década de los 80 y la memoria histórica era un capítulo censurado de la historia de la España reciente.

Los trabajos de Tempos Arqueólogos, empresa que hace las excavaciones, prosiguen entre explicaciones y unas condiciones meteorológicas que todavía respetan. Poca lluvia, temperaturas moderadas y rayos intermitentes de sol.

La doctora en Historia Contemporánea, Conchi López, mira los procesos de excavación y señala que fue la encargada de elaborar el informe histórico de los siete fusilados asturianos en Celanova. Mira a un nicho de piedra donde parte de una familia está enterrada. Mide más de dos metros de altura, fue construido en piedra, con una cruz en lo alto de la infraestructura y con una puerta acristalada entre barrotes. “Esa es una de las referencias que nos permite determinar que el fusilamiento se produjo en esta zona y que la fosa está aquí”, dice la experta historiadora, que alaba el trabajo de la asociación celanovesa diciendo que “ellos ya tenían muy bien documentada la fosa cuando nosotros llegamos y también las causas de la muerte. Lo grueso fueron ellos”.

Conchi da más detalles de su huida de Gijón y describe que “algunos salieron en un barco que se llamaba ‘Gaviota’ y al ser apresados por la marina golpista fueron trasladados al puerto de Ribadeo que ya habían tomado, para su posterior traslado a campo de Camposancos, en Pontevedra, donde fueron juzgados”.

Sobre el trabajo de documentación y de fuentes de información, dice que “no fue nada fácil porque las fuentes militares suelen ser bastante prácticas y no suelen extenderse mucho, además de utilizar eufemismos en algunas situaciones. A otras fuentes fue prácticamente imposible acceder a ellas”.

Plan estatal

La excavación de la fosa de Celanova es fruto del plan estatal 2021-2014 de Memoria Democrática, que el gobierno estatal y gallego financian y ejecuta la Universidad de Compostela, a través de cuatro grupos de intervención como son el Histagra, el Síncrisis, el Imelga y el Instituto de Ciencias Forenses “Luis Concheiro” (Incifor). Gustavo Hervella, coordinador del plan y miembro del grupo Histagra, comenta que “este es un proceso laborioso que lleva su tiempo, ahora estamos procediendo a la excavación para tratar de hallar los huesos de estas siete personas y se cotejaran con las familias que se han puesto en contacto”.

Enfatiza en que no saben cómo se encontrarán los huesos debido al tiempo y a la humedad de la tierra y que “el trabajo más minucioso será el que hagan Fernando Serrulla y Ángel Carracedo, para determinar si finalmente son familiares de esas dos familias”.

Empiezan días de desenterrar la memoria, apartar arena, luchar contra la lluvia y también contra la historia de España, para que siete nombres sean recordados y no permanezcan enterrados de por vida.

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