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Una ucraniana en Ourense: de aprender español con el móvil a trabajar en estética

Cruz Roja atendió, desde que empezó la invasión rusa en Ucrania, a un total de 150 personas EM.S. llegó sin conocer a nadie con su hijo y se irá a vivir sola el próximo mes

Ana, M. y María en la sede de la Cruz Roja. | // FARO

M.S. es una mujer ucraniana que llegó a Ourense por los procedimientos de movilidad y disposición de plazas de apoyo del programa de Cruz Roja. Estuvo en las islas Canarias de vacaciones y le gustó mucho, por eso, en el momento, que surge el conflicto decide salir de Jarkov hacia Polonia y desde ahí poder volar a España para dejar atrás la invasión rusa.

Llegó con lo justo, dejando atrás a su familia, pero con su hijo del que se hace cargo. Le gusta más las ciudades grandes, pero en Ourense se siente “bien”. M. S. dice que “por necesidad aprendí español con el móvil, me bajé diferentes aplicaciones en mi teléfono y estuve aprendiendo, porque necesitamos el idioma para poder trabajar y comunicarnos aquí. Así que aprendí yo sola”.

“Llevo dos días ya trabajando”

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Habla un español fluido para los seis meses que lleva estudiándolo, tanto por su cuenta como con las profesionales de Cruz Roja que la ayudan en temas del idioma y de otros ámbitos.

La ucraniana prefiere no mostrarse, ni dar su nombre completo, por si acaso. “Nunca sabes lo que puede pasar”, dice mientras cuenta que “vivía en Jarkov y mis parientes se quedaron allí, aquí estoy más tranquila por mí y por mi hijo, pero ellos se quedaron allí y aquello es muy duro”.

No le sale la palabra bomba y mira a las profesionales de Cruz Roja haciendo un gesto con la mano, para continuar explicando que “cerca de la casa de mis padres están cayendo bombas todo el rato, ayer también, así que allí muy peligroso” .

Y ante la pregunta de por qué sus padres no salen, dice que “ellos se quieren quedar allí porque es su casa y es el lugar donde se criaron, pero espero que si las cosas siguen así, se puedan venir o que por fin se acabe la guerra y pueda irme yo a Ucrania”.

En Jarkov trabajaba en un centro de estética y aquí también lo hace. “Llevo dos días ya trabajando”, añade. De llegar sin nada, a otro país, donde no sabe lo que le espera, a empezar a construir una vida.

Tras aprender española, y mejorar su día a día, fue el turno del acompañamiento para una inserción laboral y ahí encontró un trabajo que le gusta y que ya realizaba. Después de ese gran paso, el próximo mes empezará a vivir sola en un piso de la ciudad, siempre con la ayuda, asesoramiento y acompañamiento de Cruz Roja. “Se independiza”, dice Ana Moreno, trabajadora social de Cruz Roja.

M.S. con la bandera de su país. INAKI OSORIO

150 personas

El camino de M.S. estuvo lleno de complicaciones y sobre todo de mucha burocracia de ello da fe, Ana que comenta que “es muy difícil encontrar alquiler aquí porque hay muy pocas viviendas y también las que hay son precios que no todos lo pueden asumir, así que encontrar un piso para ella ha sido difícil”. No solamente es encontrar el piso sino todos los trámites administrativos que conlleva como el alta o traspaso de los suministros, el alta de la conexión a internet o una línea de móvil. En todos esos procesos Ana estuvo al lado de M.S. y continuará estando para todo lo que ella necesite.

Ella fue una de las 150 personas que estuvieron ayudadas y acompañadas en Cruz Roja Ourense desde que comenzó la invasión rusa en Ucrania.

María Martínez dice cronológicamente las adaptaciones que se hicieron en el programa de refugiados y también la ampliación de recursos materiales y humanos para atender a la demanda que llegaba del país. María Martínez, responsable del programa de refugiados en Cruz Roja Ourense, dice que “ahora mismo estamos trabajando con, aproximadamente 75 personas, pero estos números pueden fluctuar en función de las decisiones que toman las personas, en base a su autonomía, bien porque tienen familia en otros lugares o por otros motivos”.

Y añade que “nuestro trabajo es facilitarle y acompañarle en esa toma de decisiones que es suya solamente. Si deciden marcharse saben que tienen a Cruz Roja para lo que esté en nuestras manos y si se quedan pues saben que haremos lo posible para que su integración sea lo más armoniosa posible, con asesoramiento, acompañamiento, recursos para poder encontrar trabajo, apoyo para cualquier dificultad y cualquier tipo de ayuda que le podamos facilitar, como a los otros refugiados que tenemos para que tengan una vida autónoma e independiente”.

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