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El homicida de un motorista se enfrenta a otro juicio por atropellar borracho a un repartidor

Los hechos son de junio de 2020; en marzo de 2022 arrolló a un policía tras huir. Su condena a 12 años de cárcel por el crimen con el coche está pendiente del Supremo

El acusado compareció por videoconferencia desde el centro penitenciario. FDV

El de Carlos P. P. es un caso de reincidencia en la comisión de delitos con un volante, con varios hechos a sus espaldas y uno muy grave –el atropello mortal de un motorista– por el que fue condenado a 12 años de prisión como autor de un crimen, no de un accidente.

El pasado mes de marzo fue detenido por arrollar a un policía al huir de un control. Ayer compareció por videoconferencia desde prisión, donde se encuentra actualmente, para responder por otra causa pendiente: el atropello de un repartidor al que presuntamente embistió con el coche, que conducía borracho.

Dio 1,12 en la primera prueba de aire, casi 5 veces la tasa máxima permitida, y se negó a hacer la segunda.

El fiscal solicita 6 meses de prisión y la privación del derecho a conducir vehículos a motor durante un periodo de 1 año. El juicio, que corresponde al Penal 2 de Ourense, no pudo celebrarse, y quedó pospuesto hasta el mes de noviembre, debido a la incomparecencia de dos testigos fundamentales: la víctima y el hombre que acompañaba al acusado en el coche cuando ocurrió el siniestro, a las 0,11 horas del 1 de junio de 2020.

El fiscal solicitó la suspensión y la magistrada la acordó. Los testigos deberán comparecer en el segundo señalamiento, bajo advertencia de que, si no cumplen, podrán ser detenidos y multados con 1.000 euros.

En 2021, la Audiencia Provincial de Ourense condenó a Carlos P. P. a 12 años de cárcel por atropellar mortalmente en septiembre de 2019 a un motorista de 37 años, circulando sin carné y a 125 km/h, el doble de lo permitido.

"No solo no frenó su turismo tras contactar con especial violencia con la motocicleta, sino que aceleró y, con ello, arrastró brutalmente al motociclista, lo que a buen seguro le causó la muerte”, recoge la sentencia. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ratificó la condena. La defensa formuló recurso de casación ante el Tribunal Supremo. Aún sigue pendiente la admisión.

Después de la sentencia de 12 años, el encausado permanecía en libertad, hasta que reincidió. A mediados de marzo, el juez de guardia dictó prisión provisional contra él por dos delitos contra la seguridad vial y un delito contra el orden público.

Apreció un “evidente riesgo de fuga” de este ourensano, contra el que ya constaban una requisitoria de detención por un delito contra la seguridad vial, y otra de detención e ingreso en prisión por un delito de lesiones. En la actualidad ya no sigue preso por esa causa, sino por no cumplir una medida de deshabituación, según la defensa.

La Policía Local de Ourense realizaba un control poco antes de la medianoche en la Avenida de Zamora. Carlos P. P., que circulaba en un Seat Ibiza a las 23.45 horas, presuntamente hizo caso omiso a la orden que efectuó uno de los agentes con un cono luminoso para que se detuviera, y además lo atropelló después de acelerar la marcha. El policía terminó en el capó, golpeándose con él antes de caer al suelo.

El individuo emprendió la fuga y fue perseguido por los agentes, una vez que el atropellado, herido leve, se levantó del suelo. Según la Policía, huyó a gran velocidad por la carretera de Seixalbo, mientras la patrulla le hacía indicaciones con los dispositivos luminosos para que se detuviera. Siguió por O Cumial, por la OU-105, y cogió la carretera OU-515 en dirección a Currás-Rante, en el municipio de San Cibrao das Viñas. Para intentar ocultarse presuntamente apagó las luces durante la fuga, lo que hizo que los policías lo perdieran de vista unos momentos.

Una dotación de la Guardia Civil que colaboraba en la búsqueda observó a la altura del kilómetro 223 de la N-525 a un vehículo que iba sin luces. Los agentes le hicieron indicaciones y, cuando las encendió, se dieron cuenta de que se trataba del vehículo huido. Según las autoridades, el conductor aumentó la velocidad e hizo un trompo, girando 180 grados y prolongando la fuga.

Más adelante, tras una frenada brusca, el infractor se salió de la vía y se quedó atascado en el arcén. Los agentes lograron ponerse en paralelo, momento en que, según la Policía, el individuo abrió la puerta bruscamente, golpeando el vehículo del instituto armado, al que ocasionó daños en la defensa, el capó y la parrilla delantera. Pero quedó cercado entre la puerta de su coche y el de la Guardia Civil. Ahí se terminó su peligrosa huida.

El detenido portaba un permiso de conducir a nombre de otro hombre, y se identificó en todo momento como él, según las autoridades.

Carlos P. P., durante el juicio por el homicidio. INAKI OSORIO

Al encausado le constan más procedimientos. En septiembre de 2016 fue sentenciado por un juzgado de Ourense por conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas. En mayo de 2018, un juzgado de O Carballiño lo condenó por el mismo delito.

Entre otras penas le habían impuesto 2 años de privación del permiso de conducir, una pena que seguía vigente en septiembre de 2019, cuando mató al motorista. La extinguió el 26 de mayo de 2020.

El fiscal: “Conducía en notorio estado de inseguridad por la anterior ingestión de bebidas alcohólicas”

Cuando atropelló presuntamente al repartidor, la medianoche del 1 de junio de ese año, Carlos P. P. “conducía en notorio estado de inseguridad por la anterior ingestión de bebidas alcohólicas”, según la Fiscalía.

El encausado circulaba por la calle Progreso, en dirección a la calle Coruña. Al llegar a la altura del cruce, “debido al estado de inseguridad en el que se encontraba”, no se percató de que en el semáforo estaba parada la motocicleta de un repartidor de comida, al que arrolló y arrastró durante 18,1 metros, según dice el ministerio público.

El acusado afirmó tras el siniestro del repartidor que él no era el conductor

La víctima, que renunció a cualquier posible indemnización, resultó herido de gravedad. Sufrió policontusiones y escoriaciones múltiples, traumatismo craneoencefálico y la fractura de una costilla.

El acusado, que en principio negaba ser el conductor del vehículo, fue invitado por los agentes a someterse a las pruebas de alcoholemia. Accedió a la primera y dio un resultado positivo de 1,12 miligramos de alcohol por litro de aire expirado.

Se negó a realizar una segunda, porque aseguraba que él no era el conductor, pese a ser advertido por los policías de las consecuencias penales de su negativa.

Según indicaron los agentes en el atestado, el acusado presentaba “notorios signos externos de intoxicación etílica”: pupilas dilatadas, comportamiento desinhibido y amenazador, habla pastosa e ininteligible, halitosis alcohólica notoria a distancia y muy fuerte de cerca, así como expresión verbal a gritos y movimiento oscilante de la verticalidad del cuerpo.

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