El ‘stalking’, el acoso reiterado, es un delito que altera gravemente la vida de las víctimas. Es lo que la Fiscalía atribuye a un conserje juzgado este martes por acosar presuntamente a una mujer que formaba parte del equipo directivo de un instituto de la provincia, con el cargo de secretaria. Solicita un año de prisión y dos años y medio de alejamiento y prohibición de comunicación. El encausado, de 52 años, se acogió a su derecho a no declarar. La defensa pretende la absolución.

La fiscal: "No tenía modo de librarse de él". La madre de una joven manifestó al director del centro que su hija también había sufrido acoso. “Es una persona que tiende a obsesionarse”, subrayó la representante del ministerio público

Tuvo un comportamiento insistente hacia ella, haciéndole ver que debía ser su pareja. La seguía, se presentaba de manera sigilosa, le dejaba notas con corazoncitos en el despacho. Buscaba encuentros repentinos, adelantaba sus horarios para intentar coincidir con ella y también la acechaba en las redes sociales. Además, se hizo con datos personales. El acoso no solo lo percibió ella, sino también los compañeros de trabajo, a quienes les preguntaba por ella. Fue insistente y reiterativo y alteró de forma grave su vida cotidiana: cambió su horario, pedía a compañeros que la acompañaran y, tras el agobio y la angustia sufridos, solicitó una baja y el traslado del centro. Al nuevo le envió una nueva nota. No tenía modo de librarse de él”.

La defensa: "Su comportamiento puede ser calificado de anormal pero no de acoso. Los testigos dicen que su conducta anómala era con todo el mundo. No puede decirse que se enfocara solo en la denunciante. Debe descartarse su intencionalidad de ser molesto"

La fiscal resumió así el caso, en su informe. Recordó que el acusado ya fue condenado en 1995 por lesiones, y en 2002 por amenazas y coacciones. La madre de una joven manifestó al director del centro que su hija también había sufrido acoso. “Es una persona que tiende a obsesionarse”, argumentó la fiscal.

En cambio, la defensa sostiene que el delito no está demostrado. “Si bien el comportamiento del acusado puede ser calificado de anormal no es constitutivo de acoso. Los testigos dicen que su comportamiento anómalo era con todo el mundo. No puede decirse que se enfocara solo en la denunciante, y debe descartarse su intencionalidad de ser molesto”, alegó la letrada.

La víctima: "Era rarito en su forma de mirar, comportarse y de hablar, no sabía relacionarse. Me seguía a donde fuese o aparecía detrás sin hacer ruido. Cuando dice que había una relación es donde veo el alcance del trastorno que tiene"

Reconoció la autoría de unas notas

El primer episodio del presunto acoso fue una nota con un corazón y una flecha. La víctima alertó y se produjo una reunión del equipo directivo a la que fue citado el conserje. “Las notas estaban encima de la mesa y se le preguntó si era el autor. Intentó cogerlas para romperlas, pero el director se las retiró. Él reconoció que había sido él”, manifestó la perjudicada.

Adujo que había una relación, pero era inexistente. “Era rarito en su forma de mirar, comportarse y de hablar, no sabía relacionarse. Me seguía a donde fuese o aparecía detrás sin hacer ruido. Cuando dice que había una relación es donde veo el alcance del trastorno que tiene”, relató ella.

El director y el jefe de estudios ratificaron la versión de la víctima así como el “miedo y nerviosismo” que sufrió. “Estaba mal, la situación era superior a sus fuerzas”

La mujer solicitó un cambio de horario y conoció la “información espeluznante” de ese otro caso de supuesto acoso padecido por otra. Según la víctima, el acusado adelantaba su llegada para así coincidir con ella. Sus miradas y su cara “eran las de una persona totalmente trastornada”. La mujer dijo que se sentía “totalmente” perseguida y controlada.

“Para protegerme” –expresó– tuvo que bloquearlo en el móvil y cerrar sus redes sociales, donde él daba ‘me gusta’ a publicaciones o fotos en las que ella salía. En el centro pedía a compañeros que la acompañaran para no encontrarse a solas con él.

“Un día me lo encontré en un paso de cebra cerca de mi piso, y desde entonces tenía la paranoia de poder encontrármerlo en cualquier sitio. Sacó la dirección de un documento del centro”

El director y el jefe de estudios ratificaron la versión de la víctima así como el “miedo y nerviosismo” que sufrió. “Estaba mal, la situación era superior a sus fuerzas”, relató el director. Ambos manifestaron que el acusado dijo que si lo denunciaban no le pasaría nada.

“Un día me lo encontré en un paso de cebra cerca de mi piso, y desde entonces tenía la paranoia de poder encontrármerlo en cualquier sitio. Sacó la dirección de un documento del centro”. Cogió una baja en enero de 2020 y logró un traslado, pero en el nuevo instituto, al curso siguiente, recibió una carta manuscrita del acusado, en febrero de 2021. “Sabes que te quero, eres o motor do meu destino”, le decía.