Partiendo de la soledad que sufrieron por separado los vivos y los muertos hace un año, cuando las restricciones por el COVID impedían salir del municipio y las contadas visitas a los cementerios tenían aforo reducido, se ha vuelto a la normalidad de antes de la pandemia. “Más flores que nunca” –dicen los funcionarios del servicio– dan color a los reencuentros después de un 2020 mucho más gris. Familias enteras con varias generaciones presentes, parejas o allegados que acudían solos se acercan en este puente de Todos los Santos al lugar donde reposan sus seres queridos.

Una pareja deposita unas flores sobre la tumba de un ser querido. | // IÑAKI OSORIO

En San Francisco, un cementerio de 60.000 metros cuadrados, catalogado como Bien de Interés Cultural y con origen en el siglo XIX, ciudadanos de Ourense comparten su lugar de eterno descanso con figuras ligadas a la mejor y a la peor historia de la capital, como “La pobre Asunción”, la primera víctima documentada de violencia machista –fue asesinada de un disparo en 1891, en la Plaza Mayor–; las víctimas de la barbarie, fusiladas por el franquismo; o los intelectuales Olga Gallego, Lamas Carvajal, Otero Pedrayo, Xocas, López Cuevillas, Blanco Amor, José Ángel Valente o Ben Cho Shey.

En lo alto de San Francisco, desde un sector que permite divisar la ciudad a los pies, se ubica la tumba de este último, cuyo epitafio deja un mensaje memorable: “Quedan suprimidas tódalas homenaxes postmortem porque as cousas ou se fan ao seu tempo ou non se fan”. A unos pasos está la puerta de Montealegre, abierta ayer como segundo punto de entrada y salida además de la principal, donde el frontispicio resume la idea del más allá para los creyentes: “El término de la vida aquí lo veis. El destino del alma, según obréis”.

Ocho funcionarios de cementerios trabajan estos días en Santa Mariña, uno en el de As Caldas, siete en San Francisco. Ayer, la mayor afluencia de la mañana fue de 11 a 12. “Hubo quien adelantó la visita al sábado, por la previsión de lluvia”, decían los trabajadores. Hoy, en el día grande, en Todos los Santos, los reencuentros entre los vivos y los muertos seguirán.