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SOCIEDAD

De Agallas a Europa: “Hacen 5.000 km para adoptar a perros, fuera hay más conciencia”

La asociación, con solo dos años de vida, gestiona más adopciones internacionales (75) que nacionales (25) o que autonómicas (49)

Alberto, Elena, Montse y Mari Carmen en el refugio de Agallas, jugando con los perros. | // F.CASANOVA

Mientras Lando (11 años) está tirado en un sofá en el refugio Agallas, Terry (2 años) ya visualiza su nueva familia en Francia. La Asociación Agallas, con solo dos años de vida y una decena de voluntarios amantes de los animales, ya gestiona más adopciones internacionales, que nacionales, gallegas o locales. En sus ficheros registran más de 75 adopciones a países europeos como Reino Unido, Francia, Bélgica o Alemania.

Alberto, su presidente, describe que “la semana pasada publicamos en nuestras redes sociales una mastina llamada Xila que la difundió una rescatista en Alemania, Agnes hanke, con la que trabajamos mucho y según la vieron dijeron que la querían adoptar. Pasaron el control previo, la entrevista y se hicieron 5.000 kilómetros desde Alemania, es decir, 5 días para venir a por la perra y otros tantos para volver. Allí hay otra conciencia y además nos dejó comida, nos aportó dinero y diferentes cosas que no esperábamos. Los países europeos tienen otra conciencia que aquí no tenemos”.

Terry, de 2 años, se irá a Francia. //F.C.

Precisamente, en la colaboración con una rescatista alemana y otras entidades es la clave para visibilizar a sus perros, porque al final ellos también son su familia: “La idea es que el refugio Agallas sea un lugar de tránsito para todos, nosotros cogemos a los perros de la perrera de Xinzo. Para hacerse una idea, en enero de 2020 había 90 perros y ahora hay 24. Lo que intentamos es darle una mayor visibilidad a los perros a través de redes sociales para generar una red cada vez más grande y tener a potenciales adoptantes, para que estos perros abandonados tengan una oportunidad de mejorar su vida”.

“Se pasa muy mal cuando se marchan porque son nuestros perros"

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Entrar a la Villa Agallas es hacerlo a un refugio donde los lametazos están a la orden del día. Alberto, Elena, Mari Carmen y Montse coinciden en lo mismo: “Se pasa muy mal cuando se marchan porque son nuestros perros, nuestra familia, mucha gente no lo entiende, pero la verdad es que es una sensación agridulce. Porque por un lado te sientes bien, porque van a mejorar su calidad de vida y estar con una familia que los quiera, pero por otro lado, ya no los volveremos a tener y te da pena, en cierta medida, porque pasas mucho tiempo con ellos. Pero todo porque mejoren su vida y tengan un hogar, nosotros lo celebraremos”.

Son una decena de voluntarios que buscan crear conciencia animal y para ello tienen que obtener recursos económicos. Explican que “lo hacemos a través de un mercadillo solidario, de socios, de padrinos y madrinas, a través de grupos de teaming y de aportaciones privadas”. Para todos aquellos, que quieran ayudar a Agallas, Alberto comenta que “se pueden poner en contacto con nosotros a través de nuestras redes sociales, pero lo fundamental es que tengan una conciencia animal y respeto por los animales. Además de compromiso porque ya nos ha pasado que mucha gente viene y se desinfla después, por eso el compromiso es importante”.

Voluntarias de Agallas en el refugio donde están los perros. //F.C.

Transporte

Para transportar a los animales hay dos opciones. Una de ellas es que Agallas y el adoptante concuerden en que venga a Ourense a buscarlo y la otra es un sistema de transporte oficial , llamado Traces. “La verdad que nosotros trabajamos con un conductor que se llama a Álex que es encantador y hace las paradas correspondientes con los animales y es una delicia”, dice Alberto.

Lamentan el abandono y la falta de respeto animalista en España, comparado con otros países y comentan las pocas posibilidades de adopción de los más mayores de la perrera. Elena dice que “no es lo mismo las posibilidades que tiene Lando con 11 años que puedan tener otros. Para que salga tiene que ser una familia que lo adopte definitivamente y quiera pasar sus últimos años con él. Pero los abuelos son más difícil que los adopten”. Mientras Lando, tirado en el sofá, espera a que pase el tiempo, quizás una familia se fije en él o quizás tenga la vida tranquila que merece en Agallas. En ambos sitios vivirá bien.

Maya y Montse en el sofá de Agallas. //F.C.

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