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Fin de la instrucción del crimen del Bar Novo: el homicida confeso, ante un jurado

Las partes no ven necesarias más pruebas y la causa se remitirá a la Audiencia, para que fije el juicio por este homicidio de 2020 que se debió a una discusión por drogas

El crimen ocurrió en febrero de 2020. // BRAIS LORENZO

Ni la Fiscalía ni la defensa consideran necesario que se practiquen más diligencias para esclarecer el crimen de Evaristo M., alias Joaquín, el propietario del Bar Novo que sufrió un homicidio en febrero de 2020 por una discusión de drogas. El autor confeso de los hechos, Jonatan R. P., que continúa en prisión provisional, ha reconocido su implicación desde que fue detenido y ayer el guion no varió en la comparecencia tras la que se da por finalizada la instrucción.

La causa sigue los trámites de la ley del jurado y se remitirá a la Audiencia Provincial, que acometerá el proceso de selección del tribunal popular y la fijación de las fechas para la celebración de este juicio oral. La Fiscalía solicita 12 años de prisión pero, ante el reconocimiento de los hechos, es posible que se produzca una modificación a la baja si la confesión continúa. La defensa admite la implicación pero solicita que se apliquen varias atenuantes, como la drogadicción.

La Policía solo necesitó tres meses y medio de investigación bajo secreto de las actuaciones –en pleno estado de alarma, en la primera ola de la pandemia– para reunir pruebas. La Fiscalía solicita 12 años de prisión por un delito de homicidio y una multa de 180 euros por un delito leve de hurto. El ministerio público propone el pago de una indemnización de 44.000 euros en total a favor de dos hijas de la víctima.

Una disputa por 2 gramos

Fue un crimen por la droga. A las 21.23 horas del 4 de febrero de 2020, el encausado, que carece de antecedentes, telefoneó a Evaristo M. con el supuesto objetivo de comprarle estupefaciente, como ya había hecho en otras ocasiones.

Los dos hombres se citaron para veinte minutos más tarde en el Bar Novo, que regentaba la víctima. Antes de desplazarse desde su domicilio de Celanova a la capital, el acusado cogió una pistola detonadora, propiedad de su suegro, y desconectó su teléfono móvil. Cuando llegó al bar, el establecimiento se encontraba cerrado al público. Dentro, al fondo del local, se encontraba Evaristo M., que invitó a entrar a Jonatan.

Inspección de la Policía en el lugar del crimen. // C. PETEIRO

Es a partir de este momento cuando se produce el conflicto, tal y como relata la Fiscalía en su escrito de acusación. El encausado accedió al bar y solicitó al hostelero y presunto traficante que le entregara 4 gramos de cocaína. Sin embargo, Evaristo M. solo le entregó 2 gramos puesto que el acusado le debía dinero de compras anteriores, según indica el ministerio público. En ese contexto se produjo una discusión. El acusado insistía presuntamente en que le entregase la cantidad de droga que quería, y el hostelero se dispuso a salir de detrás de la barra, instando a Jonatan a que se fuera.

Lesiones con una botella rota

Pero el acusado no quería irse sin la droga. Según sostiene la Fiscalía, basándose en la investigación de los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la comisaría provincial así como en la propia confesión del encausado, este dio un fuerte empujón al hostelero, que se cayó al suelo y trató de coger un cuchillo que se encontraba encima del serpentín de la barra. Pero Jonatan R. P. , “con ánimo de atentar contra su vida y con la intención de causarle la muerte”, según la tesis del ministerio público, le sujetó la mano y le pegó en repetidas ocasiones en la cabeza, utilizando como objeto la pistola que portaba.

Con Evaristo M. en el suelo, el encausado presuntamente se abalanzó sobre él y, después de coger una botella de cristal del suelo, la rompió y la empleó para clavársela en el cuello varias veces. Con uno de esos ataques seccionó la vena yugular interna de la víctima, causándole una hemorragia mortal. El hostelero tenía 65 años. Su cuerpo fue encontrado el 5 de febrero a las 20.30 horas, pero la investigación posterior determinó que había fallecido 22 horas antes.

Se mostró arrepentido

Aunque terminaría confesando los hechos e incluso mostrándose arrepentido tras su detención y durante la fase de instrucción de esta causa, el presunto homicida trató de borrar sus vestigios del lugar de los hechos tras la comisión de este crimen. La Fiscalía añade, en el escrito de calificación, que el encausado se apoderó de las llaves del fallecido, así como de su teléfono móvil, que desconectó y después tiró.

La víctima, que ya había sido detenida años atrás en el mismo establecimiento por presunto trapicheo, guardaba en su vivienda un total de 105 gramos de cocaína y 12.685 euros. En el bar, los agentes encontraron una tableta electrónica y una libreta y hojas con anotaciones. En los registros tras la detención se intervino la pistola de fogueo con la que Jonatan R. P. presuntamente golpeó a la víctima en la cabeza, durante la discusión.

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