El 8 de junio, el Penal 1 de Ourense juzga a A. S. M. y D. V. L., los padres acusados de la muerte por imprudencia de un bebé de dos meses y de las lesiones del mellizo, hechos ocurridos con pocos días de diferencia en marzo de 2019. La Fiscalía solicita 7 años de cárcel por delito de lesiones –4 años– y homicidio por imprudencia grave (3). Pide, además, que se les prohíba aproximarse a menos de 300 metros del menor que resultó lesionado, así como comunicarse con él durante 8 años. La condena conllevaría la privación de la patria potestad. La Fundación Amigos de Galicia ejerce la acusación popular “con el objetivo de defender los derechos de los menores vulnerables”. En la instrucción, los padres negaron los hechos.

A principios del mes de marzo de 2019, un bebé de dos meses falleció en su domicilio, en Ourense, después de que su mellizo hubiera ingresado en el hospital pocos días antes, con lesiones graves, con cuatro costillas rotas. La versión de los padres es que ambos sufrieron un síncope, en jornadas distintas, y que al que resultó herido el progenitor acusado sí consiguió reanimarlo.

Explican las fracturas como consecuencia de la maniobra cardiopulmonar. Al que murió, según declararon, ya no consiguieron recuperarlo. Tras declarar en mayo de 2019 negaron culpa, desatención o negligencia y lamentaron que todo fue una tragedia. Ella carece de antecedentes penales. Él sí los tiene, y hace unas semanas ha sido condenado a pena de prisión por robar en una mercería, en septiembre de 2019, seis meses después de estos hechos. En dicha sentencia, se aplicó la atenuante de drogadicción.

Los hechos, según Fiscalía

La fiscal no aclara quién de los dos encausados fue el responsable de las lesiones del bebé ingresado. Según el escrito de calificación, entre el 1 y 3 de marzo de 2019, en el domicilio de la ciudad en el que vivían padres y bebés, “uno de los dos progenitores asió y presionó fuertemente” a uno de ellos por los costados, “todo ello con el conocimiento del otro progenitor, que no trató de evitarlo”, subraya la acusación pública. Según el juez instructor, lo zarandearon “con brusquedad y con una fuerza desproporcionada”.

El pequeño sufrió fracturas de cuatro arcos costales izquierdos, del sexto al noveno. Estuvo en la UCI pediátrica. La muerte en casa de su hermano sucedió la madrugada del 4 de marzo de 2019. La autopsia forense no pudo determinar cuál fue la causa del fallecimiento.

La Fiscalía sostiene que ambos padres, “obviando las normas esenciales de cuidado”, acostaron al otro niño en un portabebés, en una habitación separada de la suya, “encendiendo y orientando hacia el bebé un calefactor de aire caliente que situaron en otro cuco [una cuna portátil, tipo moisés], lo que provocó un calor excesivo, ocasionado la muerte del mismo, probablemente por deshidratación”, según expone la fiscal. El juez concluyó lo siguiente: “Es perfectamente posible que los padres lo acostasen al lado de un calefactor para que no tuviese frío, pero al quedarse dormidos no repararon en el excesivo calor que esto le provocó al bebé. La muerte no fue debida a causas fisiológicas, sino a la negligente actuación de sus progenitores”.

Tanto el portabebés como la ropa del pequeño fallecido estaban “empapados”. Los dos acusados, “y en especial la madre”, dijo el juez, afirmaron que el bebé durmió en el interior de la silla y que esta se encontraba sobre la cama contigua a la de la pareja. “Sin embargo” –anotó el instructor– el portabebés “fue encontrado en el dormitorio contiguo, no existiendo razón medianamente lógica para que los progenitores cambiasen la ubicación mientras intentaban reanimar a su hijo, siendo también difícil de explicar por qué un calefactor se encuentra orientado justo hacia el maxicosi”.

La versión del padre

El 4 de marzo, sobre las 4 horas de la madrugada, los encausados alertaron al 061 para solicitar asistencia médica porque el bebé con el que se encontraban en casa ya no respiraba ni tampoco reaccionaba. “La mamá se quedó dormida porque estaba agotada. Le dio el biberón y se quedó dormida por espacio de una hora o una hora y media. Se levantó para ver cómo estaba el niño y ya pegó un grito. Cuando fui a ver al niño tenía los ojos negros y ya no respiraba, no había forma. No hubo tiempo, no sabemos qué pasó”, manifestaba el padre a los periodistas, a las puertas del juzgado, en el mes de marzo de 2019.

“No le deseo a nadie que se le atragante un niño y no sepan qué hacer”. Sobre el pequeño lesionado, el progenitor declaró a la prensa entonces: “Vino su madre con él pálido, el niño no respiraba e hice la reanimación cardiopulmonar. Gracias a Dios sabía hacerla y conseguí que respirara. Le rompí las costillas porque lo noté, aunque no soy médico ni experto”.

Según el forense, las lesiones del mellizo que ingresó días antes, tras llevarlo los padres al hospital, eran compatibles con malos tratos. Según un radiólogo, el resultado no encaja con la reanimación que alegó el padre como la supuesta causa de las cuatro fracturas costales.