El COVID no solo está afectando a la economía y vida social de los vecinos en Verín sino también a la forma de despedir a sus difuntos. Y es que desde una funeraria local aseguran que desde hace unos seis meses las familias no quieren hacer actos litúrgicos en la iglesia porque se concentra mucha gente, y piden al párroco usar la capilla del tanatorio para rezarles allí, pero el sacerdote se niega. De hecho en un funeral incluso tuvo que intervenir la Guardia Civil. Ante estas quejas, tanto el sacerdote como el Obispado aclaran que hay un decreto que no permite atender esta petición y que los actos deben ser en la iglesia.

Este tanatorio de Verín funciona desde el año 2015 y cuenta con una capilla. Su propietario, Raúl Álvarez, explica que desde que empezó la pandemia los familiares prefieren un pequeño acto litúrgico allí y se niegan a ir a la iglesia por precaución y temor a contagios. Pero el cura párroco se niega, aunque recientemente “dijo que sí” a una familia “pero luego prefirió usar la salita del tanatorio, y yo me negué porque no había medidas de seguridad. Él dijo que entonces el cadáver iría directo al cementerio”. El enfado de la familia fue tal que “hubo hasta que llamar a la Guardia Civil”.

También explica que hay un acuerdo entre el Obispado y las funerarias de no tener a un fallecido por COVID en las iglesias por precaución. “Nos hizo meter a uno en la capilla y la gente escapaba”.

Por su parte, el cura párroco de Verín, Óscar Caamaño, asegura que su negativa a oficiar en la capilla no es por capricho sino por mandato del Obispado, y que se cumple la norma que establece solo dos circunstancias para celebrar en los tanatorios: una es en caso de una cremación y se hace una oración litúrgica antes, y la otra cuando por razones litúrgicas no se puede celebrar la misa exequial en la iglesia y se pospone a otro momento. Así, aclara que “no es algo mío personal” sino debido al decreto del Obispado que impide las exequias en otro sitio. También aclara que este problema con las familias viene de antes de la pandemia.

El mandato del Obispado de Ourense describe que “salvo que las autoridades sanitarias prescriban lo contrario, o lo desaconsejen por razones graves de salud, el lugar propio para celebrar las exequias, de acuerdo con el ritual, es la iglesia parroquial”, añadiendo que “no tiene ningún sentido teológico-pastoral que se celebren fuera de la iglesia y mucho menos en lugares que no han sido canónicamente dedicados o bendecidos para la celebración del culto católico”.