La iglesia de la Catedral acogió ayer la celebración de un Domingo de Ramos atípico como consecuencia de la pandemia. Las recomendaciones sanitarias no permitieron la tradicional procesión desde el Parque San Lázaro con el paso que recrea la escena de Jesús montado en la Borriquilla y el acompañamiento de los niños. El obispo, Leonardo Lemos, presidió los actos en el interior de la iglesia con control de aforo y bendijo los ramos de laurel y olivo de los feligreses.