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La lucha contra el COVID en la UCI, un “gran esfuerzo” también en la privada

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Así son los cuidados en la UCI-COVID de este hospital privado de Ourense Brais Lorenzo

La única paciente de la UCI COVID del hospital privado Cosaga de la capital de As Burgas es una mujer mayor que llevaba varios días hospitalizada en planta cuando su estado empeoró. Y al igual que otros trece pacientes ingresados en la unidad de críticos del CHUO, lucha actualmente contra la enfermedad que ha golpeado con fuerza en esta tercera ola.

Tumbada decúbito prono para mejorar su oxigenación, entre todo el instrumental y las diez manos con guantes que la asisten, destacan sus uñas rojas, pintadas de no hace mucho. La enfermedad interrumpió su normalidad y ahora ocupa la única cama reservada en la UCI de Cosaga para pacientes graves de COVID-19.

Un trabajador se coloca el EPI para entrar en la UCI. Brais Lorenzo

Este hospital reproduce, en menor tamaño y con un ritmo mucho menos intenso, la lucha diaria que se libra desde hace casi un año en los hospitales púbicos de Ourense. “Hay que verlo en proporción, nuestro centro es pequeño y tenemos menos pacientes. El trabajo no te tensa como puede suceder en la unidad del CHUO, pero para nuestro volumen, dos, tres o cuatro pacientes también supone un gran esfuerzo”, apunta Román Rodríguez Álvarez-Granada, especialista en medicina intensiva y responsable de la UCI de Cosaga.

En pleno centro de la ciudad, este hospital dispone de una zona aislada en planta con tres camas para pacientes COVID y una habitación en críticos. También recibe pacientes en Urgencias con diagnóstico positivo y realiza seguimiento domiciliario de aquellos que no requieren ingreso.

Román Rodríguez, responsable de la UCI. | // BRAIS LORENZO

Mayor esperanza de vida

Cumplido casi un año de la confirmación del primer caso de coronavirus en Ourense, este facultativo destaca que el manejo de la enfermedad camina ahora con pasos mucho más decididos y seguros: “Al principio había escasez de EPI para protegerse y era una patología nueva y desconocida. No es que ahora haya un arsenal terapéutico pero el tiempo ha aportado seguridad en los tratamientos, que ya están estandarizados, y esto ha mejorado la esperanza de vida de los pacientes ingresados en UCI muy graves”, explica. Por otra parte, destaca que ahora van por delante de la enfermedad y no por detrás, como al inicio: “Hay parámetros que nos indican con antelación que un paciente casi seguro va a evolucionar mal y esto nos permite anticipar medicación que evita ingresos en UCI”, afirma.

La dexametasona, de la familia de los corticoides, se ha convertido en una de las principales armas para tratar a los pacientes de COVID-19 con insuficiencia respiratoria grave. Este tratamiento convive en la UCI con los antibióticos, los sistemas de ventilación mecánica, la maniobra del decúbito prono “y un armamento de posibilidades de mejoría que han hecho que globalmente haya mejorado la esperanza de vida y disminuido la mortalidad respecto a los primeros casos”, apunta Rodríguez Álvarez-Granada.

Equipo de trabajo en la UCI del hospital Cosaga. Brais Lorenzo

Durante la intervención de la sanidad privada en la primera ola, Cosaga colaboró facilitando respiradores y monitores y suspendió las cirugías. Una vez pasada la primera ola recuperaron el material y “hemos seguido haciendo un trabajo normal, con toda la protección, compaginando pacientes COVID y otras patologías”, apunta.

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