Las calles de la ciudad amanecieron con el tráfico diario de transeúntes, pero menos del habitual durante la jornada de la mañana de ayer. Sin embargo, desde el mediodía y durante toda la tarde las imágenes de la ciudad describían calles prácticamente vacías. La preocupación de las autoridades sanitarias y los poderes públicos se dirigía a la movilidad por ocio hacia municipios limítrofes como Barbadás, Pereiro de Aguiar o Allariz, pero según los regidores locales de estos municipios no se registraron "incidencias" destacadas que tuvieran que requerir de la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Uno de los sectores afectados son las pulpeiras, que no podrán instalarse en al ciudad hasta diciembre, tras la cancelación de las ferias por parte del Concello y la firma de un bando por parte del concejal de Seguridad Ciudadana, Telmo Ucha, que prohíbe esta venta en las calles. La medida entra hoy en vigor.

El alcalde de Barbadás, Xosé Carlos Valcárcel, pidió a la Subdelegación del Gobierno más presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para controlar zonas de especial atención que califica como "recónditas", como parques o zonas que pueden ser susceptibles de reuniones. El regidor señala que "todos son bienvenidos a Barbadás, pero es necesario que cumplamos las medidas de prevención y protección para evitar posibles contagios. Hay que tener sentido común y responsabilidad".

Hosteleros de Barbadás "no notaban gran afluencia" mientras que el regidor del municipio desplegó a la Policía Local para controlar aforos y demás medidas. Desde la localidad alaricana, la alcaldesa nacionalista Cristina Fernández y el regidor de Pereiro de Aguiar, Luis Menor, señalaban ayer que no se habían registrado incidencias por el posible desplazamiento de ourensanos para poder mantener reuniones.

La capital frenó la actividad social. Esa es la sensación que quedaba tras recorrer la ciudad por la mañana y en las primeras horas de la tarde. La afluencia por la mañana era menor que en fines de semana anteriores, pero por la tarde (hasta última hora) las calles de la ciudad se encontraban prácticamente vacías, después de entrar en vigor la restricción de personas no convivientes. El miedo al contagio, actividades y salidas mínimas y el éxodo a segundas residencias del rural fueron la constante ayer entre la sociedad ourensana. En la estampa de la tarde de este sábado, parejas de paseo o núcleos familiares tomando algo en alguna de las terrazas. No hubo más. Ourense parecía una ciudad que recordaba a mayo.

La Policía Local y la Nacional realizaron una actuación conjunta en un céntrico local de hostelería de madrugada, donde se encontró a 17 clientes en su interior. El propietario y los clientes fueron denunciados por el incumplimiento de varias normativas y restricciones vigentes, incluidas medidas de prevención y protección contra el virus. Además se sancionó de madrugada a tres personas por consumo de bebidas en la vía pública. La Policía Local indicó que hubo escasas incidencias durante la noche y la madrugada.

Ourense se resguarda del virus en sus casas, en segundas viviendas o cumpliendo las medidas de restricción. La responsabilidad individual descansa en cada ourensano.