A Wissal, de 14 años, la hija mayor de Hayat, "la llaman Luisa. Nació y creció aquí. Es gallega, es ourensana", destaca su madre. La adolescente quiere ser psicóloga. Luchar por hacer realidad ese sueño es uno de los motores de esta mujer natural de Marruecos, de 43 años, afincada en Ourense desde hace veinte y con la nacionalidad española. "A ver si tenemos suerte y posibilidades", desea. Hayat es la cabeza de una familia monoparental cuyo núcleo completa la pequeña Sara, de 6 años. Los planes de futuro de la niña aún son cambiantes. "Todavía dice una cosa distinta cada vez, pero últimamente quiere aprender a cocinar para ir a Masterchef", contesta su madre, risueña.

Unos 75.000 hogares en toda España formados por unas 255.000 personas reciben este mes, de oficio, el ingreso mínimo vital, una prestación dirigida a combatir el riesgo de pobreza y la exclusión social de las personas que carecen de recursos económicos suficientes para cubrir sus necesidades básicas. Hayat es una de las beneficiarias que reconoce la administración, sin necesidad de que haya tenido que hacer el trámite por su cuenta, que desde el 15 de junio puede efectuarse en la web de la Seguridad Social. La ayuda -asegura- "abre ventanas". Con esta renta mínima "voy a tener para pagar alquiler, luz y agua", valora. Su deseo es recibir ofertas de trabajo para poder lograr un empleo con seguro.

Experiencia en limpieza

Hayat llegó hace veinte años a Ourense para reunirse con su madre, que residía en O Carballiño. Hace tres años se divorció de su marido, que ya no reside en España. La mujer tuvo diversos trabajos, desde la limpieza a la publicidad, pero es el primer sector el que más le gusta y donde más experiencia atesora. "Trabajé en la limpieza de bares, restaurantes, gimnasios o casas rurales. Me encuentro cómoda", dice.

A través de un plan de la Cruz Roja comenzó haciendo labores de limpieza en el antiguo hotel San Martín. Su último contrato fue con la fundación Juan Soñador, cuenta, para la que estuvo trabajando en las mismas labores durante seis meses. "Cada vez que alguien está de baja me llaman, y lo agradezco". Con la excepción de algún encargo puntual para limpieza por horas, Hayat carece de ingreso alguno.

"Estaba cobrando la ayuda familiar y dos veces al año recibo algo de la Seguridad Social por la atención de las niñas". La pandemia ha hecho estragos en el ámbito de la salud y en el socioeconómico, disparando el número de personas que necesitan el comedor social -una media diaria de más de medio millar-, con más familias numerosas que tienen que acudir a por alimento. "Gracias a Dios mi parroquia, la de la Inmaculada, nos da alimentos y también vales para ir al súper", agradece Hayat.

La ayuda concedida de oficio a esta mujer llegó con un error que subsanará en los próximos días con la ayuda de Cáritas, que está asesorando a las personas a las que atiende y son susceptibles de recibir el ingreso mínimo vital. Son requisitos, entre otros, estar en situación de vulnerabilidad económica, contar con residencia legal y efectiva en España de forma continuada durante, al menos, el año anterior, ser demandante de empleo o haber solicitado las pensiones y prestaciones vigentes a las que pudieran tener derecho.

La Seguridad Social establece que para una unidad de convivencia monoparental formada por un adulto y dos menores, como la de Hayat, corresponde una renta de 839 euros al mes. El ingreso aprobado por la mayoría del Congreso -solo Vox se abstuvo- da oxígeno a esta familia ourensana y anima a la madre. "Quiero encontrar trabajo. Hay dificultades y mucha gente en el paro, pero a ver si nosotras tenemos suerte".