Alza la persiana y un chorro de luz limpia las legañas a los vinilos. Es un nuevo amanecer. Han ganado espacio en la tienda en los últimos años. Hay más de 5.000 elepés expuestos y el almacén guarda al menos 20.000, incluyendo los sencillos. Cedés, deuvedés, películas y libros elevan el número de artículos a las 40.000 unidades en el local de Peggy Records de la calle Sáenz Díez, el quinto emplazamiento de la única tienda de discos que queda en Ourense, una de las que pueden contarse en Galicia con los dedos de una mano. Carlos Álvarez (52 años) responde por teléfono a un cliente interesado en el libro de Yosi. Un señor entra y pregunta por el nuevo grupo de Alberto Cereijo y Tino Mojón, de Los Suaves. Se lleva un deuvedé. No todos los héroes llevan capa, algunos regentan una tienda de discos, cuelga un cartel en la entrada que anuncia el Record Store Day, el día mundial de las tiendas de discos, que se conmemora este sábado en todo el mundo. Peggy cumple 30 años el 17 de abril. Carlos tiene una duda: "Llegar a 30 años es como una barrera en la que casi hay que plantearse si merece la pena seguir o no. Estoy en ese punto de decir: ¿Sigo, continúo, será posible en esta ciudad que cada vez está más muerta? Estoy en el punto de evaluarlo todo un poco".

- Este martes publicaba en Instagram una foto diciendo: "Hace ya 10 años quise celebrar el vigésimo cumple de Peggy a lo grande, porque pensaba que se acababa. ¡Y he llegado a los 30!"

- Entonces pensaba que quedarían dos o tres años. Siempre lo pienso. Llegar a 30 años es como una barrera en la que casi hay que plantearse si merece la pena seguir o no. Estoy en ese punto de decir: ¿Sigo, continúo, será posible en esta ciudad que cada vez está más muerta? Estoy en el punto de evaluarlo todo un poco. Ahora mismo, más que un tema puramente económico, también se trata de tener ganas, ilusión y ver futuro. Ahora mismo la tienda es viable económicamente al estar yo solo, después de casi 20 años con Suso. Fue durísimo para mí tener que despedirlo. Aguanté a ver si cambiaba pero este negocio está condenado.

- Las tiendas de discos sufren una doble crisis: la del comercio local y la de la propia venta física de música. Según datos de los Productores de Música de España (Promusicae), publicados hace unos días, la venta digital supone ya más del 71%.

- Se sumaron todos. Hubo que aprender a ganar cada vez menos dinero y a afinar mucho. En tiempos pedía casi todo lo que se editaba porque teníamos clientes para casi todo, pero ahora no puedo asumir la pérdida de no vender. Pido una sola unidad, dos o ninguna de algunos discos.

- El vinilo representa un 17% de las ventas físicas, según el sector. ¿Ha relanzado un poco el negocio?

- No ha servido para relanzar pero sí ha ayudado a mitigar la caída, aunque la subida del vinilo es menor de lo que baja el cedé. La clave para aguantar todos estos años ha sido la de diversificar. He hecho un camino de ida y vuelta. En 2002 empecé con la segunda mano y entré también en el cine y los videojuegos. Fue bien durante unos años, pero la crisis todavía ha afectado más a esos sectores que al mío. Ahora me estoy deshaciendo poco a poco de películas, libros y videojuegos para centrarme en la música, que tiene más fieles.

- ¿Plataformas digitales como Spotify han sustituido al vendedor de discos como recomendador, o todavía es fundamental su labor de prescripción? ¿Ayuda a que alguien que ha descubierto una canción, un disco o un artista acuda a comprar a la tienda?

- El cliente sabe lo que quiere en un 70% de los casos, y el resto viene a comprar un regalo para el que podemos aconsejar. Gran parte del público es mucho más especializado y tiene más información, pero no vemos un feedback con Spotify. Aunque haya clientes a quien le sirve para escuchar y comprar sobre seguro, en general se ha perdido el hábito de comprar discos. El vinilo es una moda para parte de la gente que los compra. No veo a la mayoría dejando un espacio en su salón para tener un buen equipo de música, me parece que va a quedar en una minoría. Viste y es molón, queda bien como foto chula para las redes, pero dista muchísimo de ser un negocio. Una discográfica apenas edita 100, 300 o 400 unidades de un vinilo nuevo para toda España, eso no es negocio. Deberían venderse 20.000 o 50.000 para que sí lo fuera.

- ¿Quedan clientes habituales, los que acuden con asiduidad?

- La parte buena es que quedan clientes amantes de la música de verdad, y por ellos resulta muy agradable trabajar aquí. Una de las cosas importantes que he ganado a lo largo de estos años es la amistad y el aprecio de muchas personas. Que vengan todas las semanas, puede haber no más de 50 personas. Hace años a lo mejor llegaban a 200, algunas de ellas venían dos veces por semana. Yo aprecio que todavía vengan, echen un vistazo y algún día se lleven un disco.

- ¿Cuándo empezó a ver que el negocio iniciaba la cuesta abajo?

- Cuando empecé, acababa de cerrar Discorama, de Charly de Los Suaves. Yo había trabajado en esa tienda y nacimos sobre esas cenizas. En aquella época estaban Don Disco, La Región, Galaxia, Discóbolo y otra tienda en las Galerías Israel que cerró más o menos cuando abrimos nosotros. Después debieron de abrir unas cuatro tiendas más.

El momento más alto, con más negocio, fue a finales de los noventa y en los años 2000 y 2001. Tanto el punto álgido como la caída brutal se produjeron con Operación Triunfo. Con la primera edición se vendieron discos de manera irracional y estúpida. Cada semana salían discos de cada gala, y después todos los concursantes hicieron sus propios discos, muchos de ellos mediocres. Ya la siguiente edición no interesó. Operación Triunfo se cargó toda la música comercial, de repente toda la música comercial se redujo a eso.

Además, aparecieron las primeras grabadoras para copiar de un cedé a otro y también el top manta. Coincidió todo. Justo después llegó la conexión rápida de internet a casa. Ese cúmulo de circunstancias precipitó que decidiera un cambio para poder seguir. Ninguna tienda de discos que no haya hecho un salto a segunda mano, a camisetas, libros o películas ha sobrevivido. Prácticamente todas las que no diversificaron han cerrado, del mismo modo que las tiendas que solo trabajaban los superventas.

Ahora están surgiendo algunas tiendas minúsculas solo de vinilos, pero que lleven más de 15 años, que yo sepa, solo quedan Don Disco en Lugo, Elepé y Honky Tonk en Vigo, Portobello en A Coruña y no sé si en Ferrol sigue abierta una que había. Yo apenas estoy en contacto con tres o cuatro tiendas de toda España.

- El sábado se suma, un año más, al Record Store Day, el día mundial de las tiendas de discos.

- Fuimos la primera tienda en Galicia que lo hizo, en 2011 creo. El sentido del Record Store Day es celebrar la existencia de que aún estamos aquí. Vienen muchos discos que se editan expresamente para la ocasión. Yo he pedido unas 150 referencias de las 500 que tal vez salgan; son las que creo que podré vender. Hay discos de Rosalía, Grateful Dead, Stereophonics, The Police, Charlie Parker, Elvis Costello, Eric Clapton, o U2, además de bandas sonoras como la de Spiderman o Mickey Mouse. También tendremos bolsas de tela conmemorativas del Record Store Day, algunas camisetas y una cerveza en edición especial de Metallica. Este año no hay ninguna actuación en directo pero viene a pinchar Suso, lo que me hace muchísima ilusión.

- Es un detalle de las bandas y de los artistas con los lugares, como Peggy Records , en los que la música no solo puede venderse sino que además se ve y se palpa.

- Hay grupos grandes que se nota que todavía van a las tiendas de discos. Yo estoy convencido de que han muerto porque, a diferencia de los escritores, que acuden a las librerías a comprar libros, los músicos no vienen a las tiendas a comprar discos. ¿Cuántos músicos puede haber en Ourense? Tal vez cincuenta o más que son profesionales. Si un cliente entra en una tienda y ve que el tío del grupo que le gusta compra un disco... El ejemplo es fundamental. Carlos Rego, que siempre habla de música con brillantez, lo decía: "Vas a las tiendas de discos de Madrid y no están los músicos, pero en las librerías molonas sí". Eso ha matado a las tiendas de música, que ni los músicos crean en ellas, ni algunos respeten a otros grupos ni les gusten.