Sufrió sacudidas y zarandeos frecuentes y recibió un fuerte traumatismo en la cabeza por un golpe de "alta energía" contra una superficie plana -un impacto equivalente a una caída de 3 metros-, que casi le cuesta la vida. Tenía fracturas múltiples por todo el cuerpo -9 lesiones óseas- y los hematomas eran notorios. I. estuvo entre la vida y la muerte con solo 10 meses, víctima del síndrome del bebé apaleado, llevado hasta el extremo. El autor de las lesiones, Víctor Gómez Fernández, ha sido condenado a 9 años y 10 meses de prisión. La madre del pequeño, Alba Pérez Camba, conocía y consentía las agresiones de su pareja -rompieron tras los hechos-, pero no hizo nada para ponerles remedio. La Audiencia Provincial de Ourense también la condena a ella, como responsable por omisión. La Sala impone 6 años y 4 meses de cárcel.

El tribunal provincial acredita que Víctor Gómez Fernández, ourensano de 34 años, "aprovechándose de la escasa edad del menor y su incapacidad de ofrecer resistencia o defensa, lo sometió en el domicilio familiar a golpes y zarandeos violentos de forma reiterada, realizando tales acciones bien con ánimo de atentar contra la integridad física del menor, bien sabiendo que tales acciones iban a causar lesiones al bebé, pese a lo cual continuó".

La Sala subraya que el maltrato fue habitual "sin que la madre", Alba Pérez Camba, ourensana de 26 años, "realizara actuación alguna para evitar que tales golpes y zarandeos violentos y reiterados continuasen, a pesar de ser consciente, por las evidencias físicas, de que se estaban produciendo y de que con ellos se estaban causando lesiones al menor". La pareja convivió junto a la víctima y a la hija menor del acusado entre finales de enero y marzo de 2014. Antes habían estado con una abuela de la madre, hasta que la mujer denunció a su abuelo por abusos a la niña del acusado.

I. ingresó en estado muy grave el día 20 de este último mes. Víctor y Alba lo llevaron en coche, después de que el primero recogiera a la madre tras avisarla de que "el niño se me va". No requirió una ambulancia y fue a por ella antes de acudir al hospital, que estaba cerca de casa, "a pesar de la gravedad" del bebé, para llegar a "un acuerdo entre ambos acusados para justificar las lesiones". Entre febrero y marzo, el hombre se encargaba del cuidado del niño por las mañanas, salvo aquellos días en que él también asistía a un curso. En esas fechas se quedaba a cargo de una abuela. La Audiencia descarta que cualquier otro familiar hubiera causado las lesiones (hasta 8 parientes llegaron a estar imputados en un inicio).

La conclusión de los magistrados es que, el día del ingreso, tras la marcha de la madre a un curso -dio un beso al pequeño en la cuna y no le notó nada raro-, "en el periodo que media entre las 7.50 y las 9.30 horas, Víctor Gómez Fernández, preso de la ira a buen seguro ante los lloros del niño, bien por demandar alimento o por motivo de proceso catarral, cogió al menor y procedió a agitarlo y a golpearlo fuertemente contra una superficie lisa". Las lesiones sufridas en la cabeza -fractura craneal más edema- "podrían haberle causado la muerte".

No hubo asesinato intentado

Ambos salen absueltos de la tentativa de asesinato que les imputaba la Fiscalía -este delito elevaba las peticiones de condena a 15 y 13 años-, por el hecho de que Víctor hizo un masaje cardíaco al pequeño y lo llevaron al hospital, lo que en el argot jurídico se conoce como desistimiento activo. Los magistrados consideran que la madre no tenía conocimiento de ese delito, porque ya no se encontraba en casa durante dicha agresión.

El niño fue diagnosticado inicialmente de un episodio de muerte súbita, "sin que por los acusados se hubiese manifestado la existencia de accidente, golpe o fractura alguna". Ante las dudas de los médicos se mostraron "nerviosos y agresivos". En la UCI, a los dos días del ingreso, los profesionales sanitarios descubrieron la fractura craneal con un TAC. A las 48 horas del ingreso, I. sufrió crisis epilépticas que pudieron causarle la muerte. En suma, daños en el cráneo, las costillas, un fémur, una tibia y extremidades medias (huesos largos, cúbito y radio), además de lesiones cutáneas y hemorragias de retina.

Durante el juicio, los acusados negaron culpa alguna. Víctor Gómez aseguró que nunca había tocado al pequeño, y trató de justificar su lesiones con maniobras de reanimación o golpes fortuitos en el coche, el último por un supuesto frenazo al llegar a urgencias. "Nunca le puse la mano encima", repitió. Por su parte, la madre aseguró que no era conocedora de las palizas porque no las habría consentido. "Tuvo que ser él, pero yo no lo vi", afirmó la madre en su interrogatorio.

Al respecto, los magistrados concluyen que la agresión que llevó al niño al hospital "evidencia el desprecio que Víctor tenía sobre la vida del menor, tratando con brutalidad a un lactante de 10 meses. Revela, también, que la acción fue realizada en la intimidad y soledad de la vivienda familiar, asegurándose con ello que nadie pudiera percibir el contenido de la misma. La intensidad del golpe hace presumir que no era la primera vez". Ingresado en la UCI, el menor lloraba al ver a hombres y se echaba en brazos de las mujeres.

Lesiones "visibles y notorias"

La progenitora no tuvo intervención directa en las agresiones y la relación maternofilial era normal, pero Alba es responsable, sostienen los magistrados, porque los síntomas de malos tratos, como dolores, dificultad de movimiento, el arrastramiento de una pierna o el llanto, "eran visibles y notorios para cualquier persona, lo que acrecienta la percepción de que eran reconocibles y conocidos por quien lo cuidaba desde su nacimiento (...) Resulta realmente imposible que quien se ocupaba habitualmente del menor no se percatara".

La Sala insiste. La madre "debió extremar los deberes de cuidado para detectar lo que acontecía (...) Quien bañaba, vestía y daba de comer al menor era consciente del estado que padecía. A pesar de ello no realizó ninguna acción para evitar y poner cese a esta situación. Conocía los malos tratos y consintió que se prolongara en el tiempo".

I. nació prematuro pero los doctores descartaron fracturas por una enfermedad congénita, como la de los huesos de cristal. La Sala tampoco ve factible que semejantes lesiones fueran causas por golpes accidentales o fortuitos, como en el coche o contra la cuna. Los forenses, el traumatólogo y doctoras del hospital de Ourense que atendieron al menor fueron categóricos en el juicio. "Nunca había visto un caso tan claro, florido y característico del llamado síndrome del bebé maltratado, golpeado o agitado", según las palabras del subdirector del Instituto de Medicina Legal (Imelga).

El autor material, cuya versión ven poco creíble e incoherente los magistrados, es condenado a 1 año y 10 meses por maltrato habitual en el ámbito familiar, a 4 años por lesiones y a otros 4 años por el mismo delito, por la apreciación de la excusa absolutoria incompleta de desistimiento activo en tentativa de asesinato.

La madre es responsable de maltrato habitual por omisión (1 año y 10 meses de prisión), así como de un segundo delito de lesiones por omisión (4 años y 6 meses de cárcel). Además, los acusados deberán abonar de forma conjunta y solidaria 12.000 euros a la representación legal del menor. A mayores, Víctor Gómez pagará otros 6.000. Ambos agresores tendrán que satisfacer al Sergas cerca de 25.000 euros por los gastos médicos del menor. Dos tercios ha de costearlos Víctor.

Posible recurso al Supremo

La condena incluye órdenes de alejamiento prolongadas. El menor está tutelado por la Xunta -su padre legal a todos los efectos-, y de los cuidados se encarga una familiar residente en A Coruña. La sentencia, de 75 folios y de la que ha sido ponente el presidente de la Audiencia Provincial, Antonio Piña, aún no es firme.

Las defensas pueden interponer recurso de casación ante el Tribunal Supremo, y es muy probable que lo hagan. Él está representado por una abogada de oficio, por lo que del trámite debería encargarse un profesional de Madrid.