La junta de facultad de Ciencias de la Educación analiza hoy los informes de evaluación que reflejan buenos datos en las tasas de abandono y rendimiento tanto en los grados (Educación Infantil, Educación Primaria, Trabajo Social y Educación Social) como en los cuatro programas de máster que oferta. El índice de abandono, del 10,9% es el segundo más bajo del campus de Ourense después de Enfermería, y la tasa de rendimiento, del 87%, la más alta.

El vicedecano, Xosé Manuel Cid, explica que los títulos que se imparten en este centro, tanto en el ámbito del magisterio como en el social, son muy vocacionales. "En los servicios sociales, desgraciadamente, hay mucho que trabajar porque cada vez hay más personas que lo pasan mal. Educación Social es una titulación que nació pensada para una sociedad avanzada en la que la ciudadanía tenía mucho tiempo libre y se buscaba cómo ocupar ese tiempo con calidad". En cambio, añade Cid, "acaba resultando que otras facetas que tienen que ver con la exclusión social son las más trabajadas". El éxito de las evaluaciones, matiza, "es por eso relativo, porque nos gustaría más trabajar en la calidad de vida del conjunto de la población y no tanto en las emergencias sociales".

En referencia a la tasa de rendimiento, Cid explica que el éxito no ha sido mayor porque la implantación de los grados introdujo como novedad la obligación de presentar un trabajo de fin de grado que "en alguna titulación se atasca un poco más porque exige originalidad, creatividad y dominio de técnicas de investigación". Algunos alumnos alargan un año más la carrera para dedicarle más tiempo a este trabajo. Probablemente, indica Cid, "exige unas herramientas intelectuales a las que el sistema educativo no estaba tan acostumbrado". No basta con memorizar textos y reflejar lo aprendido en un examen, "sino que se le pide producción propia, lo que eres capaz de descubrir tú". Y aunque no todos llegan al éxito en los cuatro años, "estamos muy satisfechos porque hay trabajos extraordinarios y un incremento del conocimiento de la educación con nuevas metodologías".

En relación con el abandono, señala que no siempre es culpa de la titulación, sino que existen otras circunstancias. "Asistimos a una realidad en la que determinadas situaciones familiares, los recortes de becas o las condiciones económicas obligan al alumno a abandonar la carrera para trabajar y después volver. El porcentaje, más que reflejar descontentos refleja esa realidad", apunta.

Sobre la empleabilidad, defiende la educación como una necesidad básica que requiere inversión, y "lugares emergentes" como, por ejemplo, la tercera edad que demanda programas de envejecimiento activo: "Nuestros alumnos están demostrando que son necesarios", concluye.