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El Boi de Allariz, con 699 años de tradición, se enfrenta al debate sobre el trato animal

Este rito, que data de 1317, rememora la peripecia de Xan de Arzúa, un caballero que "a lomos del buey" hizo huir a los judíos para proteger la celebración del Corpus

El Boi de Allariz, con 699 años de tradición, se enfrenta al debate sobre el trato animal

La "Festa do Boi" de Allariz, un rito alejado del "San Fermín", crece cada año en popularidad en esta localidad gallega y a ello ayuda el orgullo de todos los vecinos de este municipio de la provincia de Ourense, que recuperó la tradición y logró que el animal volviese a correr por sus calles.

Este rito, que data de 1317, rememora -cuando están a punto de cumplirse los setecientos años de historia, en 2017-, la peripecia de Xan de Arzúa, un caballero cristiano que "a lomos del buey" hizo huir a los judíos para proteger la celebración del Corpus, con actividades propias del Medievo, como las danzas, gremios y figuras que transportan durante estos días a la localidad a la Edad Media.

Reza la leyenda que este católico, de espíritu recalcitrante, harto de las burlas que los cristianos recibían por parte de los judíos durante la procesión del Corpus Christi, apareció a lomos de un buey y, con la ayuda de sus criados, consiguió ahuyentar a los judíos. No satisfecho con esta hazaña, dejó todo su dinero para que una fundación rememorase tal gesta, un testigo que ha cogido la asociación Xan da Arzúa.

La polémica en torno a la fiesta sigue entre los que la apoyan y sus detractores. Hace unas semanas colectivos animalistas pidieron la supresión de la presencia de animales de la Festa do Boi por el posible "estrés" que padece el animal, circunstancia que no parece haber restado afluencia a la fiesta.

Al contrario que celebraciones como San Fermines o el propio Toro de la Vega, sus defensores aducen que en este caso el animal vive de forma exquisita. No sufre maltrato físico ni es sacrificado al finalizar la carrera, mientras sus organizadores desvinculan esta celebración de la tauromaquia.

El centenar de animales que habitan la explotación ganadera vive en régimen de semi-libertad en los montes de Penamá, donde tres cuidadores se encargan de su alimentación y de sus cuidados, fruto de un proyecto de recuperación de la laza Limiar cuyo objetivo es dinamizar la actividad en el rural y evitar con ello el abandono y el problema de los incendios.

Cuando llega la Festa do Boi, los cuatro animales seleccionados, que suelen tener entre tres y cuatro años, bajan a la Casa do Boi de Allariz para participar en la fiesta, explica el concejal de Medio Ambiente, Bernardo Varela.

Desde allí, los bueyes salen atados con cuerdas mientras que otros jóvenes van velando por la seguridad de los corredores, cuidando de que nadie toque o menosprecie al animal.

"Los bueyes realizan sólo dos carreras por jornada de media hora cada día, ni hay maltrato ni sufrimiento animal", sostiene Varela, quien cree que las críticas responden al "desconocimiento de la fiesta".

Al finalizar el recorrido, que dura un máximo de media hora, con paradas, los ejemplares regresan a Penamá, donde siguen hasta que completan su ciclo vital vinculado a la explotación. Además, remarca el concejal que las carreras no es lo único que se puede ver en estas fiestas.

Una de las actividades más singulares es la recreación del "Trato do boi", con la bajada de los bueyes hasta el Campo da Barreira, donde se procede al saludo del corregidor de honor y a la entrega del sedeño, una tradición recuperada hace tres años.

También hay la procesión medieval o las representaciones de los diferentes gremios de la época, que son caracterizados por los vecinos y, en especial, por los jóvenes, todo ello aderezado, por actividades infantiles.

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