Ourense volvió a renovar ayer sus votos de fe en la Virgen de Fátima, y una multitud llegada de los cuatro puntos de la ciudad y la provincia salió anoche a la calle para participar portando sus habituales velas encendidas y transistores para escuchar los cánticos en la procesión del 13 de mayo en honor a la patrona de O Couto, la Virgen Blanca, que movilizó a más de 40.000 personas en un despliegue de devoción, recogimiento y también de medios de seguridad y organización para evitar problemas en esta cita multitudinaria.

La parábola visual que marcan cada año el reguero de las miles de luces de velas encendidas en la noche comenzó pasadas las 22.45 horas de ayer con la salida de la marcha procesional, encabezada por la carroza engalanada con la imagen de la Virgen de Fátima, a la que precedía esa multitud que superó los dos kilómetros de desfile procesional.

El centro, cerrado al tráfico

Los participantes, siguiendo un riguroso plan organizativo, discurrieron por Ervedelo, calle Progreso, subiendo luego por Cruz Roja y Lamas Carvajal hasta la catedral.

El tráfico había sido cortado desde horas antes en ese tramo urbano por un reforzado operativo de agentes de Policía Local, que se encargaron también de la instalación de cintas y vallas protectoras en los cruces más conflictos del trayecto.

Un equipo de seguridad, que contó además con 18 voluntarios del servicio municipal de Protección Civil del Concello de Ourense, encargados "como cada año de atender cualquier incidencia lo largo del recorrido, que suelen ser normalmente alguna pequeña caída o desvanecimiento de personas mayores", explica Manuel Fernández, responsable de este servicio en Ourense.

Con todo a punto y la calle diáfana, la marcha procesional llegó sin problemas a la catedral de Ourense a medianoche, donde se ofició la misa presidida pro el obispo Leonardo Lemos.

Solo unos pocos pudieron participar en el acto litúrgico desde el interior de la seo, con capacidad limitada para poco más de dos mil personas, mientras que los millares restantes que permanecían en el exterior escucharon los cánticos y homilías del obispo a través de sus transistores. Como cada año, cabeza y cola de la marcha procesional unían casi los dos templos, el de salida desde el santuario de Fátima y la catedral.

Al remate de la misa, la imagen de la Virgen de Fátima, con su ornamentado trono y carruaje fue portada de nuevo de regreso a su emplazamiento habitual, el santuario de O Couto. Fueron menos los que volvieron a acompañar la imagen a su regreso a casa, pues el remate se producía en torno a la una y media de la madrugada de un día como el de hoy, laborable.

Fue el punto y final de una jornada que, como cada año, había comenzado no obstante mucho antes. La parroquia de Nuestra Señora de Fátima en O Couto vivió desde semanas atrás un bullicioso trabajo de preparativos.

Las labores de ornamentación de la imagen comenzaron ya desde la mañana, con la participación de voluntarios de la parroquia y la selección de los más bellos ejemplares florales. Además, niños de la parroquia de O Couto recrearon, convenientemente ataviados y momentos antes de la salida de la procesión, el pasaje que, según cuenta la tradición, ocurrió un 13 de mayo de 1917 en Cova de Iria, (Portugal), donde se le habría aparecido la Virgen a los tres pastorcillos.

El nacimiento del santuario de O Couto y su advocación a la Virgen de Fátima es mucho más reciente, pero consiguieron traspasar a Ourense aquel episodio (cima de la fe para unos, para otros de discutible veracidad) y la procesión es ya una de las citas más multitudinarias de la Diócesis.

De hecho, la procesión de ayer fue solo el broche a nueve diez de novenas en O Couto, en cuyas misas participaron más de 80.000 personas.