El contacto de Roberto Fernández con los médicos rurales de Ourense durante la posguerra empezó en 2008. A falta de datos en la dirección provincial de Sanidade, donde no existe archivo sobre el número de médicos y destinos en esa época, este facultativo de Allariz tiró de amigos y otros colegas de profesión para dar con los pocos médicos rurales de la posguerra que todavía viven y, entre estos, los que conservan la lucidez para ofrecer lo que Fernández Álvarez ha calificado como "testimonios irrepetibles". Además de aquellos médicos que diagnosticaban y curaban con lo poco que les cabía en un maletín, el investigador de Allariz contó con otros informadores clave como Luis Rodríguez Míguez o los visitadores médicos que, a diferencia de los de hoy, representaban a un laboratorio y no a un producto, pero que ya intercambiaban fidelidad por pequeños obsequios.

La docena de entrevistas que el médico de Allariz realizó desde 2008 desvelaron un sinfín de perfiles profesionales e incluso ideológicos con una clara coincidencia en el resumen "negativo" que hoy hacen de aquella vida. "Trabajaron mucho y obtuvieron poco", explica Roberto Fernández, pero la mayoría, añade, con la misma reflexión final, volverían a ser médicos rurales.

"Si volviese a nacer, sería médico rural", corrobora José María Vázquez Pérez, médico en Ribadavia. Entre ser veterinario o médico eligió lo último porque su padre le dijo que "el veterinario trabaja en la cuadra y el médico en la sala". Ejerció la medicina rural en Carballeda de Avia durante 15 años y asistió a más de 600 partos. Todavía recuerda el primero, "gemelar, sietemesino y en Nochebuena". Su mujer tampoco lo ha olvidado, "¡en Nochebuena! las mujeres de los médicos rurales sí que tenemos mucho que contar", apunta mientras su marido posa en una foto de grupo.

Estos profesionales trabajaban 365 días al año, y "día y noche", recuerda Recaredo Vega Bernárdez, jubilado de 82 años que durante 38 asistió a pacientes de Verea, A Bola y media Celanova: "Fueron años muy duros y con unos salarios muy miserables". En un papel que guarda en el bolsillo tiene anotados los que recibía en la década de los 60, 992,20 pesetas al mes en 1965.

También eran años de extrema pobreza y una medicina privada que asistía con cargo a los ayuntamientos a largas listas de familias de la beneficencia. En A Merca, Recaredo Vega llegó a tener 315 y en un solo trimestre, él y otro médico pasaron entre los dos 500.000 pesetas en medicinas al gobierno local.

Sentado a su lado a la espera de la proyección de la película que les inmortaliza, José María Vázquez, que como muchos de estos médicos rurales acabó metiéndose en política y llegó a ser alcalde de Ribadavia, recuerda que muchos de aquellos nombres que engrosaban las listas de beneficencia a pesar de tener medios para pagar al médico "lo recibían gratis en su domicilio por favores políticos".

Ramón de la Fuente Galván tampoco cambiaría su pasado. Ejerció toda su vida en la comarca de Xinzo a través de una clínica privada con diez camas que montó con su cuñado. Tuvo la oportunidad de formar equipo con otros colegas cuando se abrió el hospital La Paz, en Madrid, pero rechazó la oferta porque "yo ya estaba adaptado en el rural y me gustaba". Más adelante, cuando se instauró la sanidad pública, ejerció en Os Blancos y llegó a ser alcalde de Xinzo y presidente del Casino. La medicina que él desarrolló en la posguerra era para los que podían pagarla pero reconoce que un médico de vocación no podía mirar hacia otro lado ante la profunda miseria de la época: "Unos pagaban y otros no, Dios tiene que tener una cuenta muy grande conmigo, la cobraré cuando me muera", ironizaba ayer.

Roberto Fernández sostiene que este homenaje a la medicina rural llega en un momento "muy oportuno". La película que ayer se proyectó en el Auditorio "nos enseña lo mucho que costó llegar a lo que tenemos" en una provincia que, además, "sufrió un importante retraso estructural con respecto a otras regiones".

La proyección de "Ventanas en el cuerpo" contó con la presencia del presidente del Colegio de Médicos de Ourense, Pedro Trillo, y otros miembros del equipo directivo, como Celso Sánchez o el vicepresidente José Luis Jiménez, que destacó la importancia de recuperar la memoria de la "medicina olvidada", la rural. El guionista y médico, José Manuel Solla, ensalzó la figura de los médicos rurales que "ejercieron de forma heroica al margen de ideologías".