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Emmanuel Rueda Girondo

Noche en la rotonda de Colón. Las baldosas parecen menos grises bajo la luz de numerosas farolas. De luz blanca. Sobre la acera hay una pantalla de plasma del tamaño de una persona.

Tiene bordes negros con letras grabadas en rojo y azul. En el medio de la pantalla hay una flecha blanca que da vueltas y vueltas en el sentido de las agujas del reloj. La pantalla publicitaria está bloqueada. Congelada como los palitos de cangrejo en la nevera. La pantalla muestra un pueblo costero con mucho mar parado en el tiempo. Se ven casas difuminadas y una isla medio verdosa con puente gris. Hay bateas al fondo. No muchas. La imagen nunca cambia. Ayer estaba bloqueada ya. Y la semana pasada también. Y el mes pasado. La flecha da vueltas y vueltas sobre un anuncio que no dice nada. La pantalla pertenece a un organismo público. Y el mes pasado también estaba bloqueada. Nadie se fija en ella porque pasada la medianoche no había nadie en la rotonda. Tampoco de día se fijan los transeúntes que vienen al bar. Solo un observador muy avezado puede saber cuántos meses lleva la flecha dando vueltas.